Que vayan los ricos: la semana que Barcelona declaró la guerra a la guerra

Entre el 26 de julio al 1 de agosto de 1909, el pueblo de Barcelona se levantó en guerra contra la guerra. Es la Semana Trágica, también conocida como La Gloriosa.

Semana trágica
Incendios en Barcelona durante la Semana Trágica de 1909 hecha por Enrique Castellá.

Eduardo Pérez10 OCT 2017 09:19

El rey Alfonso XIII y el presidente del Gobierno, Antonio Maura, andan preocupados este 18 de julio de 1909. El embarque de un batallón en el vapor militar Cataluña en el puerto de Barcelona no ha resultado tan pomposo y patriótico como seguramente esperaban. El ataque de la guerrilla rifeña, nueve días antes, contra la construcción del ferrocarril a pocos kilómetros de Melilla, fue una oportunidad de oro para una maniobra clásica del poder: la unión interna contra el enemigo externo.

No hay mal que por bien no venga, pero el ataque guerrillero, causante de la muerte de cuatro trabajadores, era previsible. Las cabilas (tribus) del norte de África habían depuesto poco antes a su sultán precisamente por permitir a los invasores explotar sus riquezas, y habían advertido de represalias. Pero la monarquía española no estaba para reparar en detalles. Las empresas mineras francoespañolas con concesiones en la zona chantajearon con reclamar ayuda al Ejército francés, y Alfonso XIII no quería arriesgar su trozo de África sólo nueve años después de la pérdida de Cuba y el resto de colonias de ultramar.

Sin embargo, la propaganda bélica tiene escaso éxito para un régimen en crisis como el español. El decreto del día 10 multiplica las críticas. La orden de movilización incluye a los cupos de reserva de 1903 y 1907. Pero no todos deben ir a jugarse la vida. Se acepta que pagues a otra persona para que te sustituya, y también puedes abonar un canon de 6.000 reales para librarte. Una cantidad inalcanzable para cualquier trabajador. Sólo los pobres son obligados a combatir.

Barcelona queda paralizada entre la huelga y la declaración de estado de guerra, con amenazas militares de disparar a cualquier persona que circule por la calleAunque en lugares como Cádiz o Málaga se vive el fervor imperial en la despedida de las tropas, hay problemas en Madrid, Zaragoza o Tudela. Es lo que ocurre con mayor intensidad en Barcelona este 18 de julio. Hay soldados que tiran al agua los escapularios que les han dado unas mujeres aristócratas, y en vez de fervor militar, la multitud en el muelle muestra otra actitud. Los gritos son: “¡O todos o ninguno!”, “¡Que vayan los ricos!”, “¡Abajo la guerra!”. La cosa acaba en disparos al aire y detenciones.

Guerra a la guerra

A la maniobra bélica le ha salido el tiro por la culata. A las cabilas rifeñas se ha sumado un nuevo frente para el régimen, que no es otro que la clase obrera barcelonesa, reorganizada en Solidaridad Obrera. Esta organización, con 15.000 afiliados, ha nacido como intento de levantar a los sindicatos de oficios barceloneses tras la debacle de la huelga de 1902, y en su seno conviven todas las tendencias políticas de la izquierda obrera (socialdemócratas, revolucionarios, republicanos, cooperativistas).

El comité de huelga de Solidaridad Obrera se reúne clandestinamente tras la prohibición de reunirse dictada por el gobernador civil. La disyuntiva es sumarse a la convocatoria de huelga española de la UGT para el 2 de agosto (que nunca llegará a celebrarse y que respetaba los plazos impuestos por la reciente Ley de Huelga) o aprovechar el momento. Pese a que Antoni Fabra i Ribas, su máximo representante y miembro del PSOE, defendía postergarla, la decisión fue una convocatoria propia para el 26 de julio. Solidaridad Obrera no asumía públicamente la convocatoria para intentar, sin éxito, evitar posteriores problemas a las entidades que agrupaba.

La provincia entra en rebelión general. Barcelona queda totalmente paralizada entre la propia huelga y la declaración de estado de guerra, con amenazas militares de disparar a cualquier persona que circule por la calle o se asome a un balcón. No hay tranvía, ni luz, ni gas, ni prensa, ni transporte o comunicación alguna con el exterior. Entre 20.000 y 30.000 rebeldes plagan la ciudad de barricadas, pero la rebelión abarca otras localidades como Granollers, Sabadell o Mataró, donde se proclama la República. Esa línea intentará seguir el Comité de Huelga. Fabra i Ribas dedica toda la semana a intentar buscar entre los partidos lerrouxistas, nacionalistas y republicanos a alguien con el suficiente prestigio como para asumir la revuelta y encauzarla hacia un resultado satisfactorio. Todos se negarán.

El día 1 de agosto, gracias a la intervención de unas tropas militares convencidas por sus jefes de que se trata de un movimiento separatista, vuelve el orden impuesto desde arriba. El balance es de 117 muertos, casi la mitad de los edificios religiosos quemados y cinco cabezas de turco que serán ejecutados. Cuatro de ello son: un nacionalista republicano, un republicano lerrouxista, un guardia de seguridad que se sumó a la rebelión y un discapacitado que bailó con el cadáver de una monja (debido al anticlericalismo imperante, la profanación de tumbas de religiosos solía darse en los momentos de desgobierno). El quinto, Francisco Ferrer Guardia, pedagogo anarquista, castigado como “instigador” aunque no participó en los hechos. Su proceso generará una nueva grave crisis internacional para el régimen.

El Gobierno de Maura caerá poco después, y se instaurará el servicio militar obligatorio, para todos por igual al margen de la capacidad económica. Los meses siguientes serán difíciles para Solidaridad Obrera, con sus cuadros exiliados o encarcelados y la pérdida de dos terceras partes de su afiliación, pero ya en 1910 resurgirá con más fuerza y con un proyecto en todo el país. Enfrente tendrá a una burguesía y una monarquía cada vez más conscientes de que la clase trabajadora ya no es la misma de antes. Es la lección de la “Semana Trágica”, para unos, o “Gloriosa”, para otros, esos siete días en los que una ciudad declaró la guerra a la guerra.

fuente : https://www.elsaltodiario.com/contigo-empezo-todo/semana-tragica-barcelona-contra-los-ricos

1936, La revolución de los sin nombre

Los acontecimientos del 18, el 19 y el 20 de julio de 1936 constituyen uno de los hechos más sobreinterpretados de nuestra historia y al mismo tiempo, más de ochenta años después, siguen resultando tremendamente desconocidos

Y el 18 de julio estalló la revolución en España

Si algo consiguió el franquismo, junto a cunetas y fosas comunes repletas de antifascistas, fue crear un manto de olvido sobre ese proceso revolucionario que estalló también en julio de 1936.

Miembros de una de las colectividades anarquistas que surgieron durante la guerra civil.
Miembros de una de las colectividades anarquistas que surgieron durante la guerra civil.
 
 
18 JUL 2016 18:55

“(…) la creencia de que las causas que triunfan tendrían que ser las únicas de interés para los historiadores conduce, como James Joll observó recientemente, al menosprecio de muchos aspectos del pasado que son estimables y tienen interés, y reduce nuestra visión del mundo”.

Ésta es una de las frases con la que Paul Avrich nos deleita en la introducción de su clásico libro Los anarquistas rusos, publicado en EE UU en 1967 y editado en España por Alianza en 1974. Y este ejemplo que Avrich ponía para la historia del anarquismo ruso lo puede también hacer suyo para hablar de lo que sucedió en España en julio de 1936.

En estos días de aniversario, vemos y leemos multitud de artículos al respecto. Algunos muy serios, trabajados, realizado por historiadores o investigadores que ofrecen una visión aproximativa a lo que fue aquel golpe de Estado. Otros menos afortunados, tendenciosos o justificativos de lo que fue un golpe contra la República que condujo a España a una guerra civil y a la larga noche de la dictadura.

Pero en pocos sitios se recuerda que, junto a esa resistencia del pueblo español contra un grupo de militares y las fuerzas conservadoras, se desarrolló en muchos lugares de la retaguardia republicana una profunda transformación social donde se pudo comprobar la capacidad de construcción que la clase obrera tenía.

Porque en España, aquel 18 de julio comenzó una Revolución social. Una Revolución canalizada por los anarquistas pero de la que fue partícipe la clase obrera en su conjunto.

La capacidad del obrerismo

Si hubo un protagonista en aquel proceso revolucionario, ése fue la clase obrera. Desde que en 1868 la Internacional llegó a España y se comenzaron a desarrollar las sociedades obreras, el movimiento obrero fue haciéndose con un papel protagonista en la política española.Un movimiento obrero dividido en escuelas. Siendo sintéticos (a la par que reduccionistas), se puede hablar de una escuela de pensamiento socialista, que representó el Partido Socialista Obrero Español, fundado en 1879, y la Unión General de Trabajadores fundada en 1888, y una escuela de pensamiento libertaria o anarquista que tuvo diversos proyectos en el siglo XIX y que cristalizó con fuerza en 1910 con la fundación de la Confederación Nacional del Trabajo.

Luego aparecerían otras opciones del marxismo más o menos ortodoxo, o distintas visiones de los libertarios, pero cuando el 14 de abril de 1931 se proclamó la República, ésas eran las grandes organizaciones donde se encuadraba la clase obrera española.

Ese obrerismo no solo desarrolló sociedades obreras y sindicatos que sirvieron, ya fuese desde el reformismo o desde la acción directa, para defender a la clase obrera. Se preocupó de instruir y formar a la clase obrera. Se preocupó de capacitarla, de mostrarle a través de la formación la importancia de lo que significaba ser obrero. De cómo los medios de producción y consumo estaban en sus manos pero que al mismo tiempo era enajenado por una economía opuesta a sus intereses.

Ese obrerismo formó una cultura obrera. Un modo de comportamiento, de hábitos, de simbología, etc., para contrarrestar a la sociedad burguesa y capitalista. El obrerismo revolucionario creía firmemente en la alternativa a la sociedad económica capitalista.

El obrero se instruyó en todos los sentidos: en las letras, las artes, las ciencias, etc. Se crearon bibliotecas para combatir a la taberna. Se crearon ateneos, centros culturales, escuelas para combatir el analfabetismo. La instrucción y la educación.

El movimiento obrero era consciente que tenía que acabar con el capitalismo y tenía que tener capacidad de asumir los resortes sociales. Algunos creían que eso se podía hacer conquistando las instituciones del Estado y de ahí transformar. Otros destruyendo el Estado y creando una sociedad horizontal. Aquel 18 de julio de 1936 el movimiento obrero pasó de agente de resistencia a protagonista de dirección.

…y estalló la Revolución

La sublevación militar fue frenada en la mayoría de puntos de España. El anarquismo, que era uno de los movimientos más dinámicos del país, se hizo con el control de la situación en muchos lugares.Mientras se organizaban milicias para combatir a los rebeldes en los frentes de batalla, los libertarios españoles ocuparon puestos en los centros de trabajo y en los campos. Muchos empresarios, complotados con los rebeldes contra la República, huyeron de la España republicana.

Los obreros se vieron con el control de la producción. Las fábricas tenían que producir. Los campos tenían que ser cultivados

Los obreros se vieron con el control de la producción. Las fábricas tenían que producir. Los campos tenían que ser cultivados. Y los trabajadores y sus organizaciones, tras décadas de formación, tomaron el control de la situación. En las fábricas se constituyeron comités obreros que gestionaron la producción. En el campo se desarrollaron colectividades agrarias que puso la tierra al servicio de quien la trabajaba.Aunque existieron individualistas que siguieron cultivando a su manera la tierra, estar en la colectividad se planteaba como beneficioso para la marcha de la sociedad. Producción al servicio de guerra pero también para mostrar que las cosas se podían hacer de otra forma.

En la mayoría de los casos los anarquistas fueron entusiastas seguidores de un proceso revolucionario que habían reivindicado desde sus orígenes. En otros muchos la UGT también participó de ese control obrero y de esas colectividades. En sitios se llegó a la situación, incluso, de la desaparición del dinero. Una sociedad horizontal, antiautoritaria y comunista plena.

Todo en la vida de la retaguardia se colectivizó. La CNT desarrolló una intensa propaganda a favor de la socialización de los medios de producción y consumo. Se crearon Consejos Económicos con el objetivo de hacer eficiente de la producción. Se crearon organismos como el CLUEA (Consejo Levantino Unificado de Exportación de Agrios) para poder controlar la producción.

Todas las fábricas tuvieron su comité de control o consejo obrero. Pero no sólo fue en el ámbito económico. En Cataluña, por ejemplo, se desarrolló el CENU (Consejo de la Escuela Nueva Unificada) para el desarrollo educativo. Algo que también se hizo en otros puntos de España.

El Sindicato Único de Industria de Espectáculos Públicos de la CNT se hizo con el control de los principales centros audiovisuales y creo todo un sistema de cine. Propaganda y cine ficción estuvo en manos de los trabajadores del espectáculos. El celuloide se hizo colectivo. Las salas de cine, de teatro, de ocio, estaban bajo el control obrero. También el transporte, la vivienda, etc.

Todo un esfuerzo revolucionario que fue defendido con tesón por muchos trabajadores porque veían así algo tangible por lo que luchar. Sin embargo, los anarquistas, que siempre fueron los grandes olvidados al haber sido derrotados por varios frentes, también vieron que la realidad de la guerra imponía sacrificios. Los anarquistas eran antiestatalistas y sin embargo dieron cinco ministros, alcaldes, concejales, consejeros, etc,. Los anarquistas eran antimilitaristas y sin embargo dieron cargos al Ejército Popular de la República, a los carabineros, etc. Se imponía la victoria sobre el fascismo. Y eso lo entendían a cualquier precio pero sin perder lo conquistado. Y esfuerzo y un sacrificio que bien es cierto que no todos hicieron.

Ese desarrollo revolucionario hay quien lo vio como lesivo e hizo todo lo que tuvo a su alcance para frenarlo. Fuerzas que eran igual de antifascistas que los libertarios pero que diferían en estrategias y tácticas. En ocasiones los procedimientos fueron criminales.

Lo cierto fue que esas colectividades, que ese control obrero, tuvieron exitosos resultados en muchos lugares. En otros no lo fue tanto. No hay que olvidar que se desarrollaron en un contexto de guerra. Y aunque a partir de 1937 la efervescencia revolucionaria fue en declive, lo cierto es que hasta el final de la guerra las experiencias comunistas libertarias tuvieron desarrollo en muchos puntos de la España republicana.

Ese sueño colectivo fue aniquilado cuando el 1 de abril de 1939 finalizaba la contienda militar

Ese sueño colectivo fue aniquilado cuando el 1 de abril de 1939 finalizaba la contienda militar. Y ese movimiento obrero que había sido formado con abnegación durante décadas fue cruelmente reprimido. Se buscó su aniquilamiento físico e ideológico.Y si algo consiguió el franquismo, junto a cunetas y fosas comunes repletas de antifascistas, fue crear un manto de olvido sobre ese proceso revolucionario que estalló también en julio de 1936.

Desde ese momento la historia la escribieron los vencedores. Pero, como dice Avrich, a veces hay que aprovechar algunas fisuras para mostrar que hubo un momento en el que todo fue posible.

 
fuente, https://www.elsaltodiario.com/hemeroteca-diagonal/18-julio-estallo-revolucion-espana-anarquismo