También la lluvia. Icíar Bollaín

 

 

Repensando la resistencia popular en la Bolivia contemporánea (También la lluvia, de Icíar Bollaín)

También la Lluvia (2010), de  Icíar Bollaín, empieza con la llegada del joven director Sebastián (Gael García Bernal) a Bolivia para grabar una película sobre el arribo de Colón y los abusos que cometieron los españoles tras él. La película es filmada en Cochabamba en el año 2000 y hace referencia también a la denominada “guerra del agua”, en la que la masa popular boliviana, formada por sindicalistas e indígenas, se opusieron a la privatización del servicio. La película corre el peligro de ser inviable por este mismo contexto social que la rodea.

Desde el inicio, la elección del lugar de filmación despierta la curiosidad de algunos miembros del equipo. En una conversación con Sebastián y el productor de origen español de nombre Costa (Luis Tossar), una asistenta de producción, que es encargada de grabar el backstage de la película, les pregunta porqué han escogido Bolivia y no el Caribe como locación. Ambos aluden a la extinción de los taínos y, de manera más significativa, a que es posible reducir los costos de la producción debido al número de indígenas en Bolivia y a su mano de obra barata. Así, mientras se muestran interesados en contar la historia de la opresión indígena, se declara que el factor económico es el verdaderamente clave.

Por otro lado, tenemos a Daniel (Juan Carlos Aduviri), sindicalista indígena –aunque nunca se define como tal, definitivamente aparece racializado. Éste interpreta el papel de un cabecilla indio taíno que se rebela contra la opresión española en la película sobre Colón, a la vez que encabeza las luchas por las revueltas del agua en Cochabamba. A medida que se agudizan las protestas, la participación de Daniel en ellas genera un problema para los cineastas, quienes buscan garantizar el respaldo económico norteamericano que es necesario para la realización del film. Paradójicamente, el capital responsable de la privatización del agua en la realidad (aunque este aspecto no es tocado por Bollaín)  tiene la misma procedencia. En ese sentido, las preocupaciones económicas que rodean la película pueden leerse desde una perspectiva neo-colonialista. Sumado a lo anterior, la revolución taína que es la escena cumbre de la película sobre la Conquista fracasa. Lo contrario ocurre con la guerra del agua en el contexto presente que plantea También la lluvia, que sí consiguió sus demandas y puso en crisis el segundo gobierno de Hugo Banzer en la realidad. Dicho esto, nos podemos preguntar: ¿qué imagen del “indígena” rebelde diseña la película de Sebastián y cuáles son los condicionamientos de dicha representación? ¿Cómo dialoga la ficción con el contexto que la rodea?

 

La película de Bollaín critica que tanto Sebastián como Costa sean incapaces de ver más allá del discurso colonial que buscan recrear. No consiguen percibir que por el solo hecho de narrar una historia de opresión  no están remeciendo las estructuras de poder que en el presente la hacen posible. Por el contrario, con sus actos las confirman. Prueba de ello, son los crecientes esfuerzos de ambos por mantener a Daniel al margen de las protestas y asegurar su participación en la película. Finalmente, la aguda crisis nacional generada por las manifestaciones ocasiona que el equipo de filmación abandone el país. Los cineastas no consiguen que el actor quedé doblegado como su personaje en la ficción y ello entorpece la realización del proyecto.

Así, la crítica a la narrativa colonial funciona en la película haciendo hincapié en los intereses económicos detrás del proyecto de los cineastas, que los coloca en la posición de los nuevos opresores económicos. Ello no les permite calibrar el poder de los movimientos populares en el entorno social que rodea la filmación. No hacerlo, vuelve complicado construir un retrato histórico sobre el “otro”.  Daniel y los habitantes cochabambinos se resisten a encajar en el rol pasivo que en la ficción y en la realidad han diseñado para ellos. Por otro lado, cabría preguntarse qué es lo que propone También la lluvia como película que crítica un discurso dentro de sí misma. ¿Hasta qué punto Bollaín construye un discurso alternativo para entender la resistencia popular en el contexto de lucha al que alude?

Una vez que el equipo abandona el país y se deja en suspenso la narrativa colonial, Bollaín apuesta por desarrollar la relación entre Costa y Daniel, la cual ha venido sufriendo varios altibajos. En una escena, el productor, angustiado porque su protagonista es apresado y golpeado por su participación en las marchas, busca comprar su lealtad para que abandone el sindicalismo y termine el film. Costa prefiere el personaje –el del indígena rebelde y derrotado- al actor político. La voluntad de Daniel se mantiene firme, pero el personaje de Costa sufre un giro mayor. Decide no irse con el equipo de filmación para buscar a Belén, hija de Daniel, que yace agonizando en alguna parte de la ciudad. Al final, Costa se ve envuelto en una pequeña trama familiar, por el que ocupa el papel de protector que Daniel no puede representar. No solo por estar ausente debido a las manifestaciones, sino porque Costa es capaz de sobornar a la gente que está bloqueando los caminos para llegar a la hija de aquel. Como se dijo a su llegada a Bolivia junto con Sebastián, “el dinero lo es todo”.

Paradójicamente, Bollaín, aunque toma distancia de la narrativa colonial al cuestionar su pertinencia para entender el contexto de lucha en Cochabamba, no puede evitar desarrollarla cuando el desenlace de su propia película depende de la reconciliación entre Daniel y Costa. Sin embargo, esta solo se puede dar a través del plano personal, no en el político, donde la ayuda de Costa no es decisiva. Asimismo, quien verdaderamente provoca la intervención de Costa es la esposa de Daniel, bajo ruegos desesperados que lo convencen que “solo tú puedes hacerlo”, “solo tú puedes llegar a ella [a Belén]”. Si alguien entiende cómo Costa funciona socialmente (personaje también racializado, pues al manejo del dinero se suma el color de su piel) es la esposa de Daniel, quien consigue doblegar la voluntad del productor, caracterizado por anteponer su proyecto a todo.

Las mujeres de Cochabamba en También la lluvia ofrecen una resistencia que no solo une el plano político y el personal de una manera más sentida.  En una escena de la película de Sebastián, un grupo de mujeres se niega a representar el ahogo de sus hijos, que realizarían con el fin de evitar su sufrimiento en manos de españoles. Este acto, aunque de simulación, es impensable para ellas. La ficción y la realidad no guarda diferencia cuando se trata de una representación de sí mismas, la cual deciden controlar. Su reacción demuestra que el pasado colonial y el presente no ofrecen necesariamente un continuum. Lo mismo ocurre con Daniel durante toda la filmación, aunque de manera más protagónica y decisiva, generando un conflicto con Costa que luego Bollaín apostará por resolver.

En suma, Bollaín por un lado nos parece decir que la narrativa colonial en la actualidad no permite que el ex-colonizador pueda manejar una imagen del ex colonizado. Ello debido a que esta narrativa colonial se fundamenta en un “neo-colonialismo”, que en el contexto de la Cochabamba contemporánea encuentra serios reparos. Esto implica que el ex colonizador no haya cambiado del todo y que ahora represente el capital extranjero global –que es Costa y también la multinacional responsable de la privatización del agua en la realidad. El “rebelde” ahora sí puede ganar; esa es la gran diferencia. Bollaín también nos dice que, aunque el colonizador no ha cambiado, no puede perder totalmente en términos simbólicos. Su imagen debe rescatarse de algún modo.

También la lluvia termina dando un retrato favorable de Costa, pese al paternalismo colonial antes criticado, pero del que todavía depende. Tal vez haya pesado más en este punto la misma nacionalidad de la directora, española, así como la producción del film proveniente en parte de ese país (los otros dos países son México y Francia, donde fue estrenada). En última instancia, También la lluvia no deja de ser una imagen construida desde fuera, producto también de un capital multinacional. Siendo así,  ¿para quién se vuelve verdaderamente necesario repensar un discurso sobre la resistencia? ¿Para el que resiste o para el artista, letrado o el académico que busca representarla y que requiere congraciar su posición a través de ella? Bollaín por momentos parece que es consciente de ello, y apuesta al final por reivindicar una imagen que sí está autorizada a manejar. En ese sentido, la película no termina siendo sobre Daniel ni sobre la guerra del agua, sino sobre Costa con un proyecto trunco, la posibilidad de terminarlo y con un regalo dado por Daniel: una pequeña botella de agua, frente a la cual sonríe en un taxi en la última escena camino al aeropuerto. No sabemos si lo que pasó en Cochabamba cambiará su futuro. En ese sentido, es un final abierto.

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Claudia Arteaga

 

Claudia Arteaga

 

(Lima) es candidata PhD de literatura en el departamemto de español de Rutgers University. Ha trabajado como periodista y ha formado parte del cómite editorial de la revista Casa de citas (Lima, Perú). Su tesis desarrolla una lectura interdisciplinaria de las representaciones letradas y fílmicas sobre la resistencia indígena en la época republicana en Perú y Bolivia. Dirige junto a su colega Monica Ríos el Grupo Interdisciplinario de Estudios Latinoamericananos en Rutgers.

 

 

http://criticalatinoamericana.com/repensando-la-resistencia-popular-en-la-bolivia-contemporanea-resena-de-la-pelicula-tambien-la-lluvia/

 

Rob Wallace: “Las vacunas pueden ayudar, pero hay que intervenir para que la covid-19 no sea seguida de la covid-20, covid-21, etc”

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CORONAVIRUS
Rob Wallace: “Las vacunas pueden ayudar, pero hay que intervenir para que la covid-19 no sea seguida de la covid-20, covid-21, etc”

Biólogo evolutivo, ecólogo e investigador en la Universidad de Minnesotta, Rob Wallace ha publicado Grandes granjas, grandes gripes en España y Dead Epidemiologists en Estados Unidos.
 
Rob Wallace
Rob Wallace es biólogo evolutivo y fitogeografo para la salud pública en los Estados Unidos.
 
 
16 NOV 2020 06:28

Las universidades neoliberales crean “expertos” para servir a las necesidades del poder, ese lugar donde se definen cuáles son los problemas y el curso de las investigaciones. Lo que hay que hacer es cambiar las preguntas, plantear nuevos problemas, dice el filósofo Slavoj Žižek. Rob Wallace es uno de esos científicos que hacen preguntas molestas para el capital. Biólogo evolutivo, ecólogo e investigador en la Universidad de Minnesotta, en 2016 publicó Big Farms make big flu, donde preveía la aparición de pandemias como la actual, aceleradas por las transformaciones capitalistas de las últimas décadas. El libro acaba de ser publicado en castellano (Grandes granjas, grandes gripes, Capitán Swing, 2020). En simultaneo, se publica en inglés Dead Epidemiologists (2020), dedicado enteramente a la crisis de la covid-19.

Wallace sostiene que el abordaje de una pandemia debe ser multidisciplinar, ya que “ninguno de los factores más amplios que determinan la evolución de la gripe y la respuesta a los medicamentos se puede encontrar con el microscopio”. Es necesario levantar la mirada para visualizar una “geografía que conecte las relaciones entre los organismos vivos y la producción humana”. Asegura que los virus han encontrado “grietas en la estructura epidemiológica del mundo” y, aunque no haya ninguna conspiración secreta ‒este virus no fue diseñado en un laboratorio‒, sí existe una alianza estratégica entre las multinacionales, la agroindustria y las nuevas pandemias globales.

De su trabajo surgen cuestiones inquietantes. Si este tipo de pandemias echa raíces en las tramas de la producción capitalista, ¿cómo puede una vacuna ser la solución que todos esperamos? ¿Qué rol están jugando los Estados frente a la crisis? A comienzos de noviembre, cuando la segunda ola parece imparable en todo el mundo, Rob Wallace se hace un tiempo para conversar por zoom sobre estos temas.

En Grandes granjas, grandes gripes explicabas que la gestación de crisis pandémicas está muy relacionada con la expansión de la agricultura intensiva y los centros de la producción industrial de alimentos. ¿El poder de los agronegocios nos condena a crisis virales recurrentes?
La industria de la alimentación está empujando las fronteras forestales y eso está incrementando la interfaz entre la fauna silvestre, que acoge algunos de los patógenos más mortales, con el ganado industrial criado en esos bordes, y también con los trabajadores que están a cargo de esos animales. Se produce un incremento del tráfico de estos nuevos patógenos desde los animales salvajes, a través del ganado y la mano de obra, hacia las ciudades locales de regiones que están conectadas con la red global.

Por eso, un brote que aparece en una cueva en el centro de China, en el plazo de semanas puede terminar propagándose en Miami. Antes esto era contenido por la complejidad de los ambientes forestales locales, pero esos bosques han sido mutilados de su complejidad en una forma que ha permitido a los patógenos extenderse hacia los seres humanos en esas regiones, sobre el ganado, y de una forma y otra, llegar al otro lado del mundo.

La agricultura capitalista juega su papel de dos maneras: en China está empujando las fronteras silvestres. Pero esto no se trata solo de China. Goldman Sachs, por ejemplo, ha invertido 3.000 millones de dólares en granjas de pollos en China

De manera que se han abierto “puertas” que los ecosistemas mantenían cerradas.
El modo en que la agricultura intensiva lleva adelante su producción, únicamente enfocada en las ganancias, ha destruido la ecología que bloqueaba y marginaba los peores patógenos. Este es el marco general, que explica también el brote de ébola en África occidental ‒previamente el ébola había aparecido en algunos poblados, matando a cientos de personas, pero en 2013 se extendió, contagiando a 35.000 personas, matando a 11.000 y dejando cadáveres tirados en las calles de grandes ciudades‒. Es un proceso que se genera con la introducción de nuevos monocultivos, como las plantaciones de aceite de palma, que destruyen el bosque forestal. Este es un extremo del circuito de la producción, en las fronteras forestales. Pero, por otro lado, tenemos las granjas industriales de pollos o cerdos, instaladas en las afueras de grandes ciudades y que pueden albergar los peores patógenos de las gripes, que se pueden contagiar a los seres humanos en las cercanías.

El virus que genera la Covid-19, también llamado SARS-CoV-2, ha aparecido en murciélagos en el sur y centro de China. Las fronteras interiores han sido empujadas allí por el desarrollo industrial y la deforestación, incrementando esa interacción de la que hablaba antes. Desde que SARS1 apareció en 2002, los científicos han sido capaces de detectar todo tipo de coronavirus, no solo en China, sino en el mundo. Y los coronavirus se han estado traspasando a todo tipo de animales: ganado industrial, animales silvestres que se venden como alimento, y también contagiando directamente a humanos. Ya hemos tenido tres grandes episodios mortales: SARS1, MERS en medio oriente, y SARS2, y todo esto ha ocurrido solo en los últimos 20 años.

Señalas que hay que reajustar la visión acerca de los procesos que están en la base de la extensión de los nuevos virus: procesos por los cuales organismos vivos se transforman en mercancías que recorren cadenas de valor en diferentes regiones. ¿Qué responsabilidad tienen las grandes multinacionales en esta crisis?
La agricultura capitalista juega su papel de dos maneras: en China está empujando las fronteras silvestres. Pero esto no se trata solo de China. Gran parte de la inversión extranjera directa proviene de otras partes del mundo. Tienes por ejemplo a Goldman Sachs, que ha invertido 3.000 millones de dólares en granjas de pollos en China. Hemos tenido también brotes de virus en las afueras de México DF producto de gripes que estaban circulando en granjas de propiedad norteamericana. En Europa tuvieron el H5NX y no nos olvidemos del Zika en Brasil. Es decir, que los patógenos están emergiendo en todo el planeta, no es solo un fenómeno chino.

Este es un fenómeno global; la anterior economía natural ha sido transformada en una agricultura industrial, un proceso en el cual los alimentos son considerados como cualquier otro insumo y los animales son tratados antes como mercancías que como animales. El problema es que, en el curso de esta industrialización de la producción de alimentos, también se industrializaron los patógenos que circulan alrededor de ellos, por lo que se volvieron más peligrosos, más mortíferos, más contagiosos y capaces de transmitirse rápidamente de una punta a la otra del planeta.

Algo inquietante que se desprende de tu análisis es la pregunta acerca de qué efectividad puede tener una vacuna. Hoy están depositadas grandes expectativas en el desarrollo de las vacunas para la Covid-19, casi como si se tratara de una cierta cura milagrosa. Pero las condiciones que posibilitan la propagación de estos virus siguen presentes…  
Las vacunas son una parte importante de las respuestas médicas, de ningún modo me opondría a ellas, ya que forman parte de los avances para que las innovaciones médicas sean accesibles a la población. El problema es que nunca ha habido una vacuna para el coronavirus, y aun cuando ahora consigan hacerla, hay una buena posibilidad de que solo sea parcialmente protectora. Por lo que hay una gran posibilidad de que el coronavirus SARS2, el covid-19, aun siga circulando. Aun así, la vacuna puede jugar un papel importante, como una herramienta para tratar de frenar esta pandemia.

El mayor problema es que el modelo de producción de vacunas es siempre posterior a los brotes de la pandemia. Y no hace nada respecto a frenar estos brotes antes de que ocurran. Por lo tanto, en cierto sentido, son una distracción. Aunque son necesarias, también pueden ser una distracción acerca de las medidas necesarias para evitar que los patógenos continúen expandiéndose en esta magnitud y de esta forma.

¿Qué medidas?
Esto implicaría intervenir en la agricultura de una forma que se pudiera reintroducir de algún modo una diversidad de especies que pudieran actuar como un muro contra estos patógenos, para evitar su aceleración y su transformación en agentes peligrosos para todo el mundo. Y para eso sería necesario introducir diferentes razas, permitir autonomía de los granjeros, con posibilidades de elegir qué cultivan y dónde, además de contar con apoyo financiero para criar todo tipo animales diferentes, lo que introduce la diversidad no solo a nivel de la granja, sino en paisajes enteros. De tal modo que cualquier patógeno que llegue hasta allí no sea capaz de ganar velocidad ni extenderse a través de todo el territorio.

En esencia, habría que hacer lo que la mayoría de la clase política no quiere hacer, ya que los agronegocios son un poder político fuerte en casi todos los países, en términos de imponer su modelo económico, que genera muchas ganancias. Necesitamos algo diferente. E incluso cuando las vacunas quizás puedan ayudar en medio de una emergencia, otras intervenciones estructurales son necesarias para que el Covid-19 no sea seguido del covid-20, covid-21 y covid-22.

Los gobiernos estuvieron tan enfocados en que aquellos que hacían dinero tuvieran libertad para seguir haciéndolo, que ahora todo el resto está pagando el precio, en términos de su salud y sus derechos limitados

Los Estados dan respuestas parciales frente a la emergencia, pero no toman medidas estructurales, esa parece ser la tónica general. En tus trabajos señalas que la desfinanciación de los sistemas sanitarios ha sembrado el terreno para la circulación de las enfermedades pandémicas. En esta segunda ola se imponen toques de queda que restringen la movilidad, pero se mantienen abiertas industrias no esenciales, bares y otros negocios. ¿Qué opinión tienes de la gestión de la crisis en EE UU y Europa?
Al igual que Estados Unidos, Europa está organizada alrededor de un paradigma político y económico que recompensa a los ricos, haciéndolos más ricos. Por lo tanto, si tienes que empezar a lidiar con las inversiones necesarias para hacer frente a la escala de la pandemia del Covid, esto debería implicar algo distinto a eso. Lo paradójico es que, en países autocráticos como Vietnam o China, la población es ahora más libre que en los países occidentales, porque hicieron lo necesario al inicio de la crisis y su población puede ahora salir libremente a las calles. Pero los gobiernos estuvieron tan enfocados en que aquellos que hacían dinero tuvieran libertad para seguir haciéndolo, que ahora todo el resto está pagando el precio, en términos de su salud y sus derechos limitados.

Has publicado hace unos días un nuevo libro, Dead Epidemiologists. ¿Qué nos puedes adelantar?
Tomamos algunas de las lecciones que sacamos en Grandes granjas, grandes gripes y las aplicamos al Covid-19. El paso adelante importante es comprender las diferentes maneras en que diferentes virus pueden emerger dentro del mismo sistema. Te he descrito antes cómo el ébola emergió en un extremo de los circuitos de la producción, cerca de la frontera forestal; hablamos de la aparición de las gripes en otra localización, más cerca de las ciudades, entre la producción industrial de ganado. Y el covid-19 parece emerger en una zona intermedia, expandiéndose desde los murciélagos y animales silvestres hacia los stocks de ganando industrial, y transmitiéndose durante años a lo largo de China de diferentes maneras, antes de aparecer en una forma más infecciosa en Wuhan. El libro explora los recorridos del virus, desde las cuevas en China, pasando por las salas de juntas de negocios en Nueva York, hasta los mataderos de animales en el oeste de Estados Unidos.

Hablamos sobre los orígenes de la agricultura industrial y la expansión de patógenos, en relación con la emergencia del capitalismo hace cientos de años. Muestra, de una manera que hasta ahora no había sido señalada, que los patógenos aparecen no solo en esas coordenadas de GPS en las que podemos identificar más fácilmente su presencia. Lo que hay que entender es que la enfermedad emerge de una punta a la otra del globo, y en tanto el planeta está rodeado por los circuitos del capital, tal vez las ciudades más peligrosas son Nueva York, Londres y Hong Kong, porque son grandes centros del capital, que financian la deforestación y el desarrollo de la industrialización en todo el mundo.

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¿Optimismo o pesimismo respecto del futuro? Quizás lo importante sea comenzar por replantearnos algunos problemas. Como colofón de esta entrevista, nos quedamos con una frase que escribió Rob Wallace en la Introducción de Grandes granjas, grandes gripes: “En nombre de la población a la que dicen servir, tanto las empresas como los Gobiernos están dispuestos a poner en peligro la supervivencia de la humanidad tal como la conocemos. Y son muy capaces de hacerlo. Tal vez eso sea cosa sabida para los lectores de Herodoto, Montaigne y Melle Mel, pero las múltiples formas que adopta esta constatación deberían significar una sorpresa siempre en algún rincón de nosotros mismos. Si no es así, nuestro cinismo nos induce a la pasividad”.

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