Trabajo, Migración y Racismo. “Las señoras de la fresa” de Chadia Arab

Trabajo, Migración y Racismo: Conversación con Yousra El Mansouri (educadora social antirracista) y Jesús Díaz Farmoso (AUSAJ) con motivo del libro ‘Las señoras de la fresa’ de Chadia Arab (2020, Ediciones Oriente y Mediterráneo).

Ficha del libro: https://www.traficantes.net/libros/la…

Esta emigración de supervivencia ofrece a las señoras de la fresa oportunidades de emancipación y autonomía. Es útil a España y Marruecos por medio de un deal que puede parecer inaceptable y plantea una cuestión ética: mujeres contra fresas. ¿Las mujeres españolas habrían aceptado esas condiciones para recolectar las fresas? ¡No! ¿Habrían aceptado separarse de sus hijos durante tres meses o más? ¡No! Se buscó, por tanto, no muy lejos, obreras dóciles, con criterios muy estrictos para que estas indeseadas no permanecieran en territorio español. ¿Puede imaginarse siquiera a miles de mujeres españolas trabajando en los invernaderos de fresas por un salario miserable en una región que se enriquece gracias a la comercialización del oro rojo? Enseguida habrían aparecido denuncias contra las condiciones de trabajo y alojamiento, contra la dureza del trabajo, y reivindicaciones salariales. ¿Qué otro trabajo impone a los adultos una vida en colectividad sin el más elemental respeto al derecho a la intimidad? Los procesos de emancipación no deben hacernos olvidar la precariedad y las condiciones de reclutamiento de estas mujeres, elegidas entre las más frágiles, desde un punto de vista social, de su país. Todos estos factores persiguen evitar la menor rebelión, la menor reivindicación, por pequeña que sea.

De infancia en peligro a infancia peligrosa

Los niños y jóvenes migrantes no suelen ser considerados niños ni jóvenes por los países de destino a los que migran en Europa. Si fueran considerados de tal manera, la forma en que serían recibidos y tratados sería radicalmente otra.

Otra es la forma en la que necesita ser explicada esta historia, entonces.

«De infancia en peligro a infancia peligrosa» es a la vez un proyecto y una investigación periodística que analiza el sistema de acogida de menores no acompañados y la intervención de las diferentes instituciones y agentes sociales. El proyecto, financiado por la Comisión Europea a través de Lafede.cat (Federación de Organizaciones por la Justicia Global de Cataluña), se ha desarrollado en Melilla, Nador (Marruecos) y Barcelona, donde se han realizando entrevistas a jueces, fiscales, educadores, cuerpos de seguridad y responsables de las administraciones públicas.

Con este trabajo se busca también un cambio de mirada para deconstruir la etiqueta criminalizadora del «menor no acompañado» y construir una nueva narrativa mediática, política y social. Desvelar el racismo institucional sin caer en la reproducción del imaginario visual y narrativo que se ha impuesto al relato de los «menores no acompañados» en los medios de comunicación.

Contra la hipervisibilización

Hace poco más de 20 años que empezaron a llegar a las costas de España menores de edad migrantes, que tuvieron que ser recibidos por un sistema de protección de la infancia ya deficiente de partida. Sectores críticos han cuestionado el papel de la administración y el Estado, pero la relación entre raza, clase, migración y protección de la infancia ha sido siempre un ángulo ciego: cuestiones como las relaciones (neo)coloniales entre los países de procedencia de esta juventud y los países de destino, sus relaciones económicas, diplomáticas o sociales no han formado parte de los análisis.

En tiempos recientes, la presencia de los menores migrantes en el Estado español adquiere una visibilidad notoria en los medios de comunicación. Los análisis del estado de las cosas han seguido tres tendencias: la criminalización descarada, el paternalismo exacerbado y el abandono institucional. Y siempre, sin excepción, con una hipervisibilización de los chicos como sujeto sobre el que pivota cualquier trama. Hipervisibilización que ha conllevado en los últimos meses una exposición que los ha convertido en objeto de noticias de tinte amarillista, operaciones policiales de corte securitario y víctimas de no uno sino varios ataques racistas en las calles y en los centros donde viven.

Este proyecto, con una clara voluntad de llamar la atención sobre el racismo institucional que vertebra los itinerarios de los chicos, es, por lo tanto, el resultado de una especie de laboratorio que tiene la voluntad de no reproducir el imaginario visual y narrativo vinculado al relato de los «menores no acompañados». No es necesario centrar el relato en la exposición de los chicos y su itinerario, ni en las violencias sufridas. No serán ellos el objeto de las noticias (y las fotografías), sino el resto de agentes partícipes y responsables del sistema migratorio y de protección de la infancia y la adolescencia: la policía, el cuerpo judicial, la abogacía, la clase política, el funcionariado… Y con ellos, todos los objetos y espacios que acompañan su labor, con toda la carga simbólica que acarrean. 

No es necesario centrar el relato en los chicos y su itinerario, ni el as violencias sufridas: no serán ellos objeto de las fotografías, sin el resto de agentes y responsables del sistema migratorio

Esta tarea se ha encontrado con múltiples limitaciones; inherentes a la capacidad creativa del equipo, al sentido del periodismo dominante actual, —en un mercado atravesado por el racismo, esta mirada «no vende»— y a las limitaciones estructurales (como el acceso a funcionarios o datos estadísticos). Pero el proyecto no podía alimentar el monstruo del racismo mediático, el statu quo donde se potencian relatos bienintencionados pero tópicos: «Acaban optando por la vida en los márgenes porque el sistema los empujó a ello»; «son unos pobrecitos en busca de una vida mejor porque sus países no tienen sistemas de bienestar social»; «son buenos chicos»… Y dejar fuera de foco la maquinaria burocrática e institucional que hace que la «infancia en peligro» pase a ser considerada «infancia peligrosa».

Indumentaria, herramientas y espacios que utiliza la policía judicial GRUME ( Grupo de Menores ), en Melilla. Los GRUME se crean en 1986 y existen en Barcelona, Madrid, Valencia y casi la totalidad de las capitales de provincia y otras ciudades con especial incidencia en temas relacionados con menores. 

La frontera: baluarte de la Concepción, en el centro histórico de Melilla.

La edad: diferentes procedimientos para la determinación de la edad: radiografía para determinar la madurez ósea en los huesos de mano y muñeca, medidor óseo del calibre de los huesos y orquidómetro, para medir el volumen testicular mediante comparación. 

El racismo estructural destroza la salud de los niños y niñas, y se muestra a través de las pruebas a las que son sometidos: radiografías de muñeca, análisis de la cavidad bucodental y, en algunos casos, radiografía de clavícula. Las pruebas oseométricas, como la de la muñeca, datan «de principios del siglo XX, con un margen de error —4 años de diferencia— y están basadas en adolescentes caucásicos». Hay otras en la que se les expone a un desnudo integral para evaluar el desarrollo de sus genitales y vello púbico. Unas pruebas donde los chavales van  sin intérprete, sin estar acompañados por nadie —salvo por un policía o por un tutor esporádico—, sin cuidar los términos de la infancia y de forma invasiva, contradiciendo así en la práctica lo que dice el protocolo en teoría: que el menor debe ser correctamente informado de las pruebas y dar su consentimiento.

Una sentencia del Tribunal Supremo de 2015 estableció que esas pruebas no pueden aplicarse indiscriminadamente : «El inmigrante de cuyo pasaporte o documento equivalente de identidad se desprenda su minoría de edad no puede ser considerado un extranjero indocumentado para ser sometido a pruebas complementarias de determinación de su edad, pues no cabe cuestionar sin una justificación razonable por qué se realizan tales pruebas cuando se dispone de un pasaporte válido». La Convención sobre los Derechos del Niño de Naciones Unidas dictaminó en mayo del 2019 en la misma dirección: los documentos de identidad deben considerarse auténticos a menos que se pruebe lo contrario. Pero los menores no acompañados, cuando son localizados, no reciben la atención inmediata que pudieran necesitar por parte de los servicios competentes en materia de protección de menores. Además, se demora su ingreso en el sistema de protección de menores mientras se tramita el procedimiento para comprobar su minoría de edad.

El 30 de abril de 2020, la fundación Raíces denunció, con un informe sobre 40 casos reales, que la Fiscalía General del Estado no reconocía la validez, de manera sistemática, de los pasaportes y partidas de nacimiento de los menores procedentes de Marruecos o el África Subsahariana que llegan solos a España.

Fiscalía de menores (edificio F de la Ciudad de la Justicia de Barcelona)

Las entidades de protección de menores, mediante su acción u omisión, ejercitan ciertas actuaciones que pueden ser consideradas como maltrato institucional. Existen casos de menores tutelados por las entidades de protección que sufren agresiones en los centros de acogida donde residen, por parte de los trabajadores del propio centro, principalmente por parte de algunos vigilantes de seguridad de los centros de primera acogida . También se han detectado numerosos casos de menores no acompañados que abandonan los centros del sistema en los que están acogidos y terminan viviendo en la calle sin ningún tipo de protección ni ayuda. Del mismo modo, se viene denunciando frecuentemente el traslado, solos, de menores no acompañados, tutelados por una administración, al territorio de otra Comunidad Autónoma, pagándoles la administración los billetes de autobús, o tren, para su traslado, pero sin coordinarse con las otras comunidades, ni hacer en todo caso una derivación con garantías, con el riesgo que eso supone de niños y niñas que se pierden en los viajes y se quedan en situación de abandono. Además, cuando transcurren seis meses desde que el menor abandonó el centro de protección en el que estaba acogido y se encuentra en paradero desconocido, las Administraciones proceden a dar por extinguida la tutela del menor.

Cerradura y llaves de un piso para mayores de 18 años.

Vistas de El Masnou. En julio de 2019 se produjo un intento de asalto al centro de menores de El Masnou, en la provincia de Barcelona, organizado por grupos de extrema derecha, que se saldó con un detenido y varios heridos leves.
«Legión». Pintada en el ex-centro de menores tutelados de Castelldefels junto a Barcelona, destrozado en marzo de 2019 por un grupo de 25 encapuchados que intentó agredir a 35 menores extranjeros tutelados por la Generalitat de Cataluña y sus educadores.

https://www.altairmagazine.com/voces/de-infancia-en-peligro-a-infancia-peligrosa/

Podcast | Albert Pla: “Si eres una vecina y quieres que la institución te escuche, tienes que quemarla”

 

 
albertplacolumpio
 
 
17 OCT 2020 08:00

“La ocupación de Cataluña, comparada con las guerras vistas en otros países, no fue excesivamente violenta. Toda Cataluña era un bien inmueble que simplemente tenía que cambiar de propietario”. Con este fragmento Albert Pla resume parte de la trama que acontece en su última y delirante obra escrita, España en guerra (2020), publicada por Desacorde ediciones.

Conversamos con el artista catalán acerca de las motivaciones para escribirla, que sitúa en el deseo de trasladarnos la sensación de las imágenes de guerra que vemos todos los días en nuestras pantallas. El autor carga sin miramientos contra la casta militar: “se tiene que ser cínico para decir que van en misiones humanitarias, cuando son asesinos profesionales, eso es envilecer el lenguaje”.

También disertamos sobre la situación actual de la monarquía ylas consecuencias que sufren quienes la critican y Pla recuerda a su compañero Muguruza, que fue perseguido por señalar que Rodríguez Galindo traficaba con armas cuando estaba en Negu Gorriak.

Charlamos también acerca de la organización ciudadana y la violencia policial contra la misma. Acabamos con la misteriosa historia de la primera Coca Cola que se fabricó en Europa, que juega un rol importante en la novela. Escucha el podcast para la entrevista completa.

Fuente, https://www.elsaltodiario.com/antimilitarismo/podcast-or-albert-pla

Silvia Federici: “Vivimos una nueva caza de brujas”

30 SEP 2017 12:30

Silvia Federici, filósofa e historiadora marxista-feminista del trabajo, es considerada una de las intelectuales contemporáneas vivas más influyentes. Además de sus reflexiones sobre el trabajo doméstico, dos ideas destacan entre sus contribuciones teóricas.

La primera, su negación de que la acumulación originaria sea ―como afirma Marx―, la dovela sobre la que se asienta la primera acumulación de capital, dado que en su opinión, el capitalismo necesita de una inyección constante de capital expropiado.

La segunda, su revolucionaria tesis de que la clave para el surgimiento de la economía capitalista es una división sexual del trabajo en la que el trabajo reproductivo y la reproducción que realizan las mujeres es expropiada y convertida en trabajo no asalariado; ese sería el elemento necesario y diferente ―respecto a la etapa histórica anterior― para que pueda darse el inicio de la acumulación de capital.

Tras su última visita en 2015, volvió a Iruñea y a las cuevas de Sara y Zugarramurdi, las localidades tristemente famosas por la caza de brujas que se produjo a principios del siglo XVII. Más de 700 mujeres se acercaron a escucharla al centro social y librería Katakrak. Varios cientos lo consiguieron pero la mayoría tuvo que conformarse con el archivo de audio. Ella se niega a reconocerlo pero se ha convertido en una figura de cierto carácter mediático.

A finales del siglo XV comienzan el éxodo del campo a la ciudad, el genocidio de las poblaciones originarias americanas, y el comercio de esclavos africanos. Tres procesos interrelacionados y a gran escala que generarán gigantescas reservas de mano de obra asalariada y no asalariada, y a los que tú añades la caza de brujas. Algunos historiadores cuestionan las dimensiones que tú y otras investigadoras manejáis respecto al número de mujeres perseguidas y asesinadas.
Esa es una discusión vieja. En el pasado, el movimiento feminista hablaba de millones de muertas. Las polémicas y el trabajo que hemos desarrollado han ido reduciendo las cantidades. Se han hecho recuentos, donde se ha podido, y ahora se habla de 100.000 casos confirmados. Pero todas las historiadoras que han hecho estudios concluyen que ese número no es el real, que forzosamente deben de ser más, muchas más. Hay distintas razones: la principal es que muchos archivos se han destruido ―fundamentalmente debido a las innumerables guerras que han asolado Europa durante siglos―; otra es que todavía quedan bastantes documentos sin analizar; en ocasiones la persecución no correspondió al Estado sino a la nobleza y entonces, directamente, en la mayoría de los casos ni siquiera quedaba registrada como ocurre, por ejemplo, en Escocia; y, por último, hay también documentos que mencionan ejecuciones y masacres, pero sin detallar las cantidades, por lo que las víctimas son imposibles de cuantificar.

Estimamos que por cada asesinato documentado existiría, como mínimo, otro más; y ese sería un cálculo muy conservador. Por eso hemos puesto en marcha la campaña “Por la memoria de las mujeres asesinadas acusadas de brujería”. Queremos sacar a la luz y promover el reconocimiento de todas las víctimas a escala mundial.

Sostienes que en la actualidad vivimos una nueva caza de brujas, en particular en zonas ―como la frontera entre México y Estados Unidos―, donde la lucha de clases es más encarnizada.
Al principio hubo interpretaciones diversas sobre la violencia contra las mujeres en Ciudad Juárez y otras ciudades de Baja California, Sonora y Chihuahua. El trabajo de las feministas nos ha llevado a la conclusión de que obedece a la expansión del capitalismo y a la “maquilización” del trabajo, que en ese área fronteriza ha creado una tierra de nadie, sin reglas, donde se puede matar a mujeres e imponer formas de trabajo inhumanas. Porque lo verdaderamente importante es comprender cuáles son las formas de trabajo que existen en la maquila. No hay horarios, no hay sanidad laboral, pueden cerrar la puerta y no dejarte salir hasta que no hayas finalizado tu trabajo… Se denigra la condición humana para imponer un régimen de miedo constante, es decir, de terror.

Imponer este tipo de formas de explotación a las mujeres es muy funcional en términos de trabajo. El terror crea una atmósfera que impide una organización eficaz para cambiar la condición laboral. Algo de eso se intentó a primeros de los años ochenta, cuando se implantaron las maquilas en la frontera, pero las mujeres que empezaron a organizarse acabaron siendo asesinadas. El terror aniquiló sus esfuerzos para crear comunidad y para mejorar sus condiciones de trabajo.

¿El terror no mata a los hombres?
La maquila es un trabajo de mujeres. Puedes analizar un fenómeno a través de los efectos que produce. Aquí hemos empleado ese método. Hemos identificado los orígenes de esta matanza reflexionando sobre su consecuencia principal: el socavar las resistencias que las mujeres trataron de poner en pie. Pero, ¿cómo fue posible ese terror? Hay que tener en cuenta que la maquila se constituye como la forma moderna de la plantación de esclavos.

¿En qué sentido?
La alianza de autoridades, fuerzas policiales y maquila conforma un régimen de excepción militarizado. Total y absoluto. Hasta el punto de que es habitual que las madres y padres que inician la búsqueda de sus hijas desaparecidas sean humilladas en dependencias oficiales. Y es corriente que, si insisten para que se investigue su drama, sean amenazadas y obligadas a abandonar el pueblo o la ciudad. Es el terror. Por eso hay ese ensañamiento con los cuerpos de las mujeres que son abandonados en lugares públicos. Cuerpos torturados, mutilados o desmembrados. Como dice la activista argentina Rita Segato, es una pedagogía de la crueldad. No se intenta ocultar, porque hay una voluntad clara de mandar un mensaje a la comunidad, como cuando se quemaban mujeres en público. La comunidad ha de verlo y ha de aprender una lección de terror.

Es conocida la frase de un famoso inquisidor: “mata a alguna para educar a muchas”. En consecuencia, muchas de esas mujeres, que son jóvenes y que carecen de derechos, dedican hoy toda su energía ―la que una vez fue dirigida a la organización y a la resistencia― a proteger su vida y la de su familia.

La prensa occidental habla de brujería relacionada con el asesinato de personas albinas en Tanzania y tú de que en África también se han impuesto las políticas de ajuste estructural…
El caso es muy interesante, típico de los periódicos europeos o norteamericanos. ¿Por qué se matan personas albinas? No soy antropóloga, pero parece que en algunas culturas de países africanos quienes nacen con esta característica son consideradas anormales y portadoras de mala fortuna.

Según los media, los asesinatos en Tanzania habrían desembocado en matanzas de los victimarios de las personas albinas. Pero lo que está ocurriendo es que hay una terrible persecución contra mujeres acusadas de brujería: sólo durante el primer semestre de 2017 fueron asesinadas 479 mujeres  acusadas de brujería en Tanzania.

Y esa violencia sistemática es presentada en los medios de comunicación globales como una respuesta a la violencia contra los albinos, como parte de una violencia conectada a personajes anormales. Es muy importante desenmascarar este enfoque neocolonial que banaliza y reduce esta nueva persecución a una expresión de la irracionalidad africana.

En realidad, vivimos una nueva caza de brujas a nivel mundial. Las últimas estadísticas sobre África hablan de que más de 30.000 mujeres habrían sido mutiladas con machetes, torturadas y asesinadas desde los años setenta. La mayor parte de ellas quemadas vivas. Ha pasado en Sudáfrica, Mozambique Tanzania, Zambia, Nigeria, Zaire, Kenia, Uganda… En Ghana, hay campos de concentración ―yo los llamo así―, para brujas. Allí se refugian las mujeres que han sido expulsadas de su comunidad o que tenían miedo de ser asesinadas. Solteras, muchas de ellas muy viejas, viven en unas condiciones miserables.

¿Es el mundo musulmán una excepción?
Lo era pero también ha empezado a matar mujeres. Ha ocurrido en Arabia Saudí: han decapitado a una mujer acusada de brujería. Es un fenómeno reciente que se está extendiendo a otros países musulmanes, donde son lapidadas hasta la muerte. También se está dando en el subcontinente indio y en Oceanía, donde mujeres campesinas que se oponen a las titulaciones individuales de la tierra están siendo asesinadas.

Afirmas que esta caza de brujas está directamente relacionada con las políticas que el FMI y el Banco Mundial empezaron a imponer en los años 80 y que tiene tres dimensiones: el empobrecimiento generalizado, el desembarco de las sectas evangélicas, y el específico desplazamiento de la gestión pública de la salud a los curanderos…
La teoría es que, una vez más, esta persecución está vinculada a la explosión de las relaciones capitalistas que se produce en esta fase de desarrollo capitalista, la actual globalización, que comienza a desarrollarse tras la crisis de 1973.

En efecto, la caza de brujas empieza en el mismo periodo que los ajustes estructurales, que son un proceso económico de cercamiento de recursos, de titulación individual de la tierra promovida por las instituciones internacionales, de destrucción del régimen comunitario y de empobrecimiento de las masas. En paralelo, se produce la llegada masiva de las sectas fundamentalistas cristianas, con su visión calvinista de la religión. Hablan del diablo, de la conspiración satánica, dicen que en la comunidad hay personas demoníacas.

Y, además, esta persecución también está conectada a la destrucción de los sistemas de salud, causada por las políticas económicas de ajuste, y que genera la reaparición de los cuidadores tradicionales, generalmente hombres, que acuden a la brujería para explicarlo todo: desde enfermedades como el sida hasta la mortalidad infantil. No hablan de malnutrición, de políticas de salud, o de cómo abordar las políticas forestales para que no se extienda la malaria. Todo es brujería.

Pero los vínculos comunitarios también son fuertes…
Sí, pero ahí es donde interviene un cuarto factor muy importante: la fractura de la comunidad derivada del impacto psicológico que provocan el empobrecimiento general y la reducción del acceso a la tierra. El cercamiento de los comunes y el miedo generan profundas brechas sociales que dislocan las familias y las comunidades. Porque antes se vendía algodón, café o chocolate a un precio pero, hoy, la globalización ha creado un mundo donde la gente no comprende las fuerzas que determinan su vida cotidiana. Unos se enriquecen y otros se empobrecen pero las decisiones que se toman en Londres o Nueva York parecen cada vez más misteriosas… y todo eso puede desarticular a la familia o a la comunidad en la medida que rompe la cadena de transmisión de la tierra.

Por un lado, esa disminución de los recursos genera dinámicas de competencia entre las generaciones jóvenes, incluso de la misma familia. Por otro, se favorece la visión de que los mayores son seres inútiles en tanto en cuanto no generan recursos. Más aún en el caso de las mujeres mayores, que tampoco producen sexo ni procrean. Esas mujeres no sólo están en la primera línea de defensa de su comunidades frente a las economías extractivistas y la devastación medioambiental ―como Berta Cáceres― sino que son la última barricada ante el derrumbe de la comunidad.

¿Por qué?
Son millones en todo el planeta. La mujer mayor siempre ha sido un sujeto sospechoso, porque ya conoce las cosas, lo conoce todo sobre la comunidad. Es un personajes incómodo que no se va a someter tan fácilmente. Es la que defiende la concepción del mundo que dice que la vaca no se vende, porque la vaca es la seguridad para el futuro. Y que dice que tampoco se cortan los árboles. Conoce a la vaca y al árbol por su nombre.

El resto, los jóvenes sobre todo, preferirán vender la vaca y cortar el árbol porque ven en la economía monetaria el puente hacia la prosperidad. Ella no. Recientemente encontré una canción africana en la que unas personas mayores cuentan que tienen miedo de que sus hijos los vayan a matar porque no quieren vender las vacas. La vaca: ahí está el choque entre las dos visiones de ver el mundo.

 
DE GEORGE LUKÁCS A OCCUPY WALL STREET
Silvia Federici nace hace 65 años en Parma, la espina dorsal de la Emilia-Romaña roja ―junto con Módena, Bolonia y otras ciudades―, la región de tradición comunista por antonomasia y cuna del movimiento partisano. El único lugar de Italia donde los camisas negras no pudieron desfilar en su marcha golpista sobre Roma de 1922, cuando tres días de barricadas impidieron el acceso a los fascistas.
 
Estudia Filosofía e Historia. En 1967 inicia su doctorado en Buffalo (Estados Unidos), recién estrenado el verano del amor californiano… y la represión de las revueltas de las comunidades negras que provoca más de 80 muertos. Hace la tesis sobre las cuestiones doctrinales del filosofo marxista y crítico literario Georg Lukács, relativas a los aspectos formales de la novela como producto histórico (y critica la tesis de que el artista burgués, como consecuencia de su compromiso para representar la verdad, sería capaz de comprender la realidad y el significado de las fuerzas sociales fundamentales que conforman la verdad; y, en consecuencia, la necesidad de representarla le obligaría a superar su condición de clase).
 
Milita en grupos estudiantiles. Va y viene de Italia; se integra en el marxismo heterodoxo y antiautoritario del movimiento operario. En 1970 se desplaza a Nueva York. Participa en redes de apoyo de mujeres latinas para afrontar las fianzas carcelarias. Traduce a Mario Tronti y a Toni Negri al inglés. Conoce a Mariarosa Dalla Costa, profesora de Teoría Política en Padua y sus tesis de “Mujeres y subversión social” en las que, de manera seminal, se analiza el trabajo doméstico como trabajo productivo. Entre 1972 y 1977 participa en la primera campaña global en defensa de su salarización. Publica textos al respecto en Midnight Notes.
 
De 1984 a 1987 es docente en Nigeria. Allí analiza los cambios que experimenta cualquier proceso de reproducción al incorporarse al capitalismo (la concepción de los niños o de la sexualidad, entre otros), al principio sin ubicarlo en la fase histórica de la acumulación originaria. Más tarde, reformula el final del feudalismo en Caliban y la bruja. Entre 1991 y 2003 se involucra en el Comité por la Libertad Académica en África promovido para luchar contra la privatización de la enseñanza superior en el continente. Colabora en campañas contra la pena de muerte y las políticas de castigos. Se edita Revolución en punto cero, su colección de ensayos sobre trabajo doméstico, reproducción y luchas feministas.
 
Después de Occupy Wall Street, en el que participa activamente, se incorpora al centro social neoyorquino MayDay, desde donde sigue haciendo política, igual que con sus investigaciones académicas.
fuente, https://www.elsaltodiario.com/feminismos/silvia-federici-entrevista-vivimos-una-nueva-caza-de-brujas
 

Podcast. Ecofascismo. Lecciones sobre la experiencia alemana

COV

 

Presentación del libro
«Ecofascismo. Lecciones sobre la experiencia alemana»
Viernes, 21. Febrero 2020 – De 19:00 hasta 21:00
Lugar: Librería Traficantes de Sueños

Con la participación de Marisa Pérez Colina, Fundación de los Comunes y Layla Martínez, editora de Antipersona y licenciada en Ciencias Políticas y Adrián Almazán, miembro Ecologistas en Acción.

Para muchas personas puede resultar una sorpresa saber que la historia de las políticas ecologistas no ha sido siempre inherente y necesariamente progresista. Su papel en el seno de las ideologías de corte fascista, y más concretamente en el nacionalsocialismo, es una incómoda verdad para la izquierda y el ecologismo político.

A través de un exhaustivo trabajo documental, Peter Staudenmaier muestra las raíces ambientalistas y antroposóficas en que se sustentaba buena parte del movimiento nazi. Convirtieron incluso la agricultura orgánica, el vegetarianismo y el culto a la naturaleza en elementos clave, no solo de su ideología, sino también de sus políticas gubernamentales. Asimismo, la tarea propagandística de relevantes jerarcas nazis o el vínculo con la naturaleza del movimiento juvenil alemán —modelo para la organización militarista y disciplinaria hitleriana— evidencian que «lo eco» conformaba uno de sus ejes político-ideológicos más importantes.

Como avisa Janet Biehl, esta asociación entre ecología y fines racistas, nacionalistas y fascistas no puede acotarse a una época oscura anterior a la Segunda Guerra Mundial. En el ecologismo contemporáneo existen corrientes de ultraderecha, que incluso han llegado a ocupar lugares de influencia en Los Verdes alemanes. Posiciones como la de Rudolf Bahro, defensor de un «Adolf verde» o de «un poco de ecodictadura» como salida a la crisis ecológica, evidencian que, lejos de ser un residuo histórico, la irrupción política del ecofascismo es un riesgo evidente.

La escisión entre la cuestión social y la cuestión ecológica —o las teorías en que el análisis anticapitalista está ausente de la crítica a la degradación ambiental— brinda un espacio político e intelectual para el ecologismo autoritario. Ese riesgo es aún mayor en la actualidad, cuando el autoritarismo se está naturalizando como solución política a todas las crisis de un mundo estructuralmente catastrófico. Tenemos la esperanza de que los temas examinados en este libro contribuyan a reforzar un modelo de política ecológica crítica y de confrontación.