‘El verdugo’: Luis García Berlanga firma una de las películas más importantes de la historia del cine español
Nominada al León de Oro en el Festival de Cine de Venecia, ‘El Verdugo‘, coproducción hispano-italiana dirigida Luis García Berlanga y escrita por el director junto a Rafael Azcona y Ennio Flaiano, es una divertida, cruda y ácida sátira sobre la hipocresía del sistema que resulta tan hiriente a finales de 2020 como en el mismo día de su estreno. Puedes comprobarlo en la medianoche de La 2.
La gran familia española
Protagonizada por Pepe Isbert, Nino Manfredi y Emma Penella, la película guarda, además, una constelación de astros de la interpretación nacional que no quisieron perder la oportunidad de aportar su granito de arena en una de nuestras películas más importantes, si no la que más, de nuestro cine. Del papel secundario al simple cameo, desfilan por ‘El verdugo’ José Luis López Vázquez, María Luisa Ponte, María Isbert, Julia Caba Alba, Guido Alberti, Antonio Ferrandis, Lola Gaos, Alfredo Landa, José Sazatornil, Agustín González, Chus Lampreave, José Luis Coll o Emilio Laguna se dejan ver por aquí.
De entre todos, el que menos lo hace posiblemente sea Manuel Alexandre, el rostro de la bondad que destrozaba la moral del protagonista y del espectador actual con su participación, discreta, de fondo, pero de importancia capital en el desarrollo de la película. Si había sido el ciclista muerto de la película de Juan Antonio Bardem, en su quinta colaboración con Berlanga Manuel Alexandre es, sin hablar, media película. La mitad más amarga, de hecho. Porque es innegable que además de ser una muy gráfica representación de una España muy distinta, ‘El verdugo’ es una comedia de altísimo nivel.
Luis García Berlanga podía ser más corrosivo que nadie, pero su habilidad narrativa, apoyada en un guión implacable, hizo que la película se saltase las restricciones censoras del régimen. Y estamos hablando de una denuncia bestial a la pena de muerte y a los valores sociales y culturales de un país dictado con mano de hierro por un personaje que por entonces era conocido fuera de España como “el verdugo”.
El enterrador y sus locuras
El guión de ‘El verdugo’ merece una atención especial. Su inmensidad le permite azotar todo estrato social, colocando la historia en una realidad creíble, cercana. La economía, el empleo, el turismo… hasta llegar a una cuestión moral realmente venenosa. Como en el plano que cierra la película y en la que tres generaciones de empleados mortuorios reniegan del pasado, del presente y del futuro mientras saben que no hay salida para ellos. A pocos metros, un grupo de jóvenes extranjeros simplemente se divierten.
La cámara de Berlanga, siempre a la altura de los ojos de sus personajes salvo en momentos puntuales que tienen todo el sentido y además llegan al cielo, los mira de tú a tú y nunca los juzga por ninguna de sus acciones. Ni cuando es una comedia ni cuando lo es menos. Tampoco los ridiculiza siendo conscientes de la parte más miserable del ser humano. Reconoce a sus semejantes, que no es poco.
Pepe Isbert, que venía de cumplir con unas “obligaciones similares” en ‘El cochecito‘, veía cómo su personaje daba un giro de 180 grados muy particular. Seguía con sus cosas, pero al otro lado de la ley. Aunque el verdadero protagonista de la función es José Luis, inmortalizado por Nino Manfredi. El verdugo se convierte en víctima, sobre todo por cobardía ante un sistema que no se preocupa por la integridad del ciudadano, casi como en las distopías de ciencia ficción tradicionales.
El nuevo verdugo no tiene nada de lo que debería tener el firme opositor al sistema, pero hay que chupar del frasco y tirar de carpe diem, no se vaya a quedar tu mujer en la calle con tu hijo, aunque uno prefiera tontear un rato con las guiris de la costa. Franco murió en 1975, y la abolición definitiva de la pena de muerte en España se votó en 1978. Trece años antes la prensa extranjera preguntó a Berlanga si su película podía contribuir a la abolición de la pena de muerte en su país: “No soy optimista. No creo que el cine pueda arreglar la moral de un pueblo”. En 2020 la película sigue escociendo, así que supongo que en parte tenía razón.
Dirección: Julio Medem Producción: Julio Medem y Koldo Zuazua Ayudante de dirección: Montse Sanz Entrevistas adicionales: Ione Hernández
y Maider Oleaga Operadores de cámara: Javier Aguirre,
Jon Elicegui y Ricardo de Gracia Montaje: Julio Medem Montajes adicionales: Carlos Rodríguez
Música: Mikel Laboa, Pascal Gaigne, Josetxo Silgero e Iker Goenaga Sonido directo: Pablo Bueno y Álvaro López Edición de sonido: Sounders Creación
Sonora y Alfredo Díaz Redacción: Gorka BilbaoDuración: 115 minutos Fecha de estreno: 3 de octubre de 2003
Sinopsis
El conflicto vasco es analizado y comentado por setenta personas ante la cámara de Medem en típicos espacios de la geografía de Euskadi: frontones, acantilados, playas, montes de caseríos. Desde la diversidad de estas voces Julio Medem compone un complejo tejido de opiniones y momentos históricos concebido desde un doble compromiso ético: la oposición a la violencia y la invitación a un diálogo político.
… tras este filme Julio Medem iba a rodar la “película hermana” de ficción titulada ‘Aitor. La piel contra la piedra’? La agresiva campaña que sufrió tras el estreno del documental hizo que se olvidara por el momento del asunto y prefirió llevar a cabo otro proyecto.
… las canciones que suenan en el documental participaron en él por un “encontronazo”? Un día Medem se cruzó con el veterano cantautor vasco Mikel Laboa en la parte vieja de San Sebastián. Éste le regaló su último disco, ‘Gernika Zuzenean 2’, un trabajo grabado en directo junto al Orfeón Donostiarra y la Orquesta Joven de Euskadi que reunía algunos de sus éxitos. Julio fue escuchando el disco en su coche durante el rodaje de la película y decidió que esa música era la atmósfera que necesitaba para sus imágenes.
… ‘La pelota vasca’ es el documental de producción española más visto en cines? La cifra exacta, según datos del Ministerio de Cultura, es de 377.094 espectadores.
El rapero Pablo Hasél ha sido hoy mismo detenido por los Mossos en la Universidad de Lleida e ingresado en prisión.
Hasél tiene que cumplir una condena por enaltecimiento del terrorismo e injurias a la Corona, tras no presentarse en prisión y pasado el plazo que le dio la Audiencia Nacional.
Deberá estar 9 meses en la cárcel y pagar una multa de 30.000 euros.
Las frases que entre 2014 y 2016 ha publicado Hasél han sido consideradas delictivas por la justicia. Y como el tema que está que arde y de plena actualidad, hemos recogido las letras más polémicas de Pablo.
Pero no lo tiene todo en contra, Pablo cuenta con el apoyo de más de 200 artistas, entre ellos Pedro Almodóvar, Joan Manuel Serrat, Javier Bardem, Alba Flores, Fernando Trueba o Vetusta Morla, han firmado un manifiesto en el que reclaman la liberación del rapero.
Él mismo, en su cuenta de Twitter, publicó alguno de los tweets que le han llevado a la cárcel:
Tuits por los que van a encarcelarme en unos minutos u horas. Literalmente por explicar la realidad. Mañana puedes ser tú.
Otras de las famosas frases han sido:
«El mafioso de mierda del Rey dando lecciones desde un palacio»
«Guardia Civil torturando o disparando a emigrantes»
«Los parásitos de los Borbones siguen de trapis con los decapitadores de los homosexuales»
«Muchos temporeros durmiendo al raso están en peores condiciones que Ortega Lara y sin haber sido carceleros torturadores»
Pero no sólo ha sido polémico lo que ha publicado en sus redes, también sus letras de canciones, como la de ‘Juan Carlos el Bobón’.
«Me cago en la marca España explotadora y casposa»
«Si Froilán se disparó en el pie siendo menor de edad igual ahora que es mayor de edad va a disparar a toda la Familia Real»
Y otras frases de sus canciones:
«Quienes manejan los hilos merecen mil kilos de amonal»
«Es un error no escuchar lo que canto, como Terra Lliure dejando vivo a Losantos»
«No me da pena tu tiro en la nuca, ‘pepero’. Me da pena el que muere en una patera. No me da pena tu tiro en la nuca, ‘socialisto’. Me da pena el que muere en un andamio»
«¡Merece que explote el coche de Patxi López!»
«Siempre hay algún indigente despierto con quien comentar que se debe matar a Aznar»
«Mi hermano entra en la sede del PP gritando ¡Gora ETA! A mí no me venden el cuento de quiénes son los malos, sólo pienso en matarlos»
«Pienso en balas que nucas de jueces nazis alcancen»
«¡Que alguien clave un piolet en la cabeza a José Bono!»
‘Felipe IV’ es el tema más reciente que ha estrenado hace apenas cuatro días. Un último tema para demostrar su inocencia. Algunos de los versos dicen así:
«Voy a decir como Corina: guillotina»
«Hijos de Franco condenando por ser franco»
«Pensiones más baratas que una hora de familia real»
Tendemos a asociar los términos ‘censura’ o ‘censor’ con períodos pretéritos (37 años de dictadura franquista o el segundo ‘advenimiento’ de la Santa Inquisición, hacia finales del siglo XV). Sin embargo no es cosa del pasado, es una amenaza muy real y muy actual: las denuncias por enaltecimiento del terrorismo se han multiplicado por 20 desde que ETA dejó las armas.
Músicos, twitteros, escritores, actores, periodistas e incluso titiriteros han pasado por el calabozo, algunos han sido multados y otros esperan penas de prisión de hasta 12 años.
Tijera contra papel analiza las causas de esta salvaje ola represiva desde sus mismas raíces, aquellas de las que brotó del sistema que hoy nos gobierna.
Asistimos, y lo más importante, ofrecemos la oportunidad de asistir, a sus actuaciones en directo, de cara a que el espectador pueda acudir a aquellos conciertos, obras de teatro, títeres y demás que les han intentado negar, y así pueda juzgar por sí mismo. Hablamos con todos esos compañeros censurados desde la cercanía.
Este documental quiere ser un homenaje a toda esa gente que dedica su vida a gritar sobre y a las injusticias, a la vez que un altavoz para las voces que quieren silenciar y no tienen cabida en la radio ni en la TV de la cultura dominada por las radiofórmulas y las versiones 17 (dato real) de experimentos sociológicos de dudosa aplicación. Entiéndase también como un grito de despreico y alarma ante estos métodos propios de fascistas, que nunca fueron pero que reviven estos días con fuera.
Muchos no lo saben, pues la represión y la censura han hecho su trabajo desde hace 80 años con eficacia. Pero ahí están. Siempre han estado ahí, en la resistencia. Por eso les temen. Por eso les persiguen. Son las piedras contra sus tijeras.
Marina Garcés comparte ideas sobre el presente pandémico y el futuro por venir en el segundo episodio de ‘Conjugando futuros’, un ciclo de entrevistas realizadas en colaboración con la Fundación Rosa Luxemburgo.
El miedo al futuro se ha introducido entre las preocupaciones de la población. Desde marzo, el barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas, constata que una minoría significativa enuncia el temor y la angustia ante lo que está por venir como una de sus principales preocupaciones. La filósofa Marina Garcés (Barcelona, 1973) reflexiona con El Salto acerca de los imaginarios amenazantes que nos rodean. La pandemia, la crisis climática, el control de nuestra vida a través de Big Data y algoritmos. “E un mondo difficile”, cantaba el músico Tonino Carotone. Y ante esa constatación ¿qué hacer?
“La cancelación de la imaginación sobre el futuro tiene que ver con la neutralización de nuestra condición de sujetos en el presente, de vidas activas y a la vez comprensivas en relación con nuestro tiempo”, diagnostica Marina Garcés en este episodio de la serie Conjugando Futuros.
Para afrontar “esa especie de atadura” que se impone para no reflexionar sobre la propia vida en pos de una supervivencia insatisfactoria, Garcés se pregunta por el espacio en el que podemos encontrar “la vida básica”. Esta filósofa, impulsora del Espai en Blanc, un colectivo de pensamiento, y autora de ensayos como Nova Il·lustració radical y Ciudad Princesa valora la necesidad de respirar y conspirar juntos y juntas.
Conjugando futuros es un ciclo de entrevistas realizado en colaboración con la Fundación Rosa Luxemburgo. Con este formato, queremos sustraernos de la urgencia, pararnos a pensar y dialogar sobre los aprendizajes que nos han dejado estos meses inéditos, y hacerlo de la mano de personas de los sures del mundo, pero también desde el pensamiento periférico en los países centrales.
Los acontecimientos del 18, el 19 y el 20 de julio de 1936 constituyen uno de los hechos más sobreinterpretados de nuestra historia y al mismo tiempo, más de ochenta años después, siguen resultando tremendamente desconocidos
Vale la pena repasar el alcance de lo que el historiador inglés Chris Ealham llamó uno de los festivales revolucionarios más atípicos de la Europa contemporánea. Todavía hoy, sin embargo, lejos de ser conscientes de la capacidad revolucionaria de nuestros antepasados -muchas veces, incluso, se ha llegado a negar la existencia de ninguna revolución digna de tal nombre-, parece que siempre tengan que ser historiadores extranjeros los que nos recuerden la originalidad y la potencia insurreccional del que Enzensberger bautizó como “el corto verano de la anarquía”. Pero, ¿qué es lo que caracterizó aquellos hechos para que se califiquen de atípicos?
Más allá de que la Guerra Civil y una dictadura fascista de cuarenta años escondieran la trascendencia del embate revolucionario, y más allá de las lecturas tendenciosas de un bando y otro —incluidas las contradicciones intestinas en el sector republicano—, la originalidad inherente y estructural de la revolución social de 1936 es que fue una insurrección protagonizada desde la base, por la gente de los barrios más humildes de toda la ciudad de Barcelona. Fue la gente que no tenía nada —tampoco nada que perder— la que paró el golpe de estado militar palmo a palmo, calle a calle, prácticamente desarmada y con la única colaboración de los guardias de asalto de la Generalidad de Cataluña y la neutralidad de la Guardia Civil, que por entonces no intervino.
Fue la gente que no tenía nada, los que parafraseando a Garcia Oliver, “no tenían nombre, los que no tenían orgullo, los que eran una masa”, los que mayoritariamente se alistaron como voluntarios en las milicias para ir a combatir el fascismo en Zaragoza. Fue la gente que no tenía nada, sobre todo las mujeres, las que colectivizaron cerca del 70% de las fábricas de Barcelona (el ramo de luz y fuerza, las compañías de agua y gas, el textil, la madera, el puerto , la alimentación, el transporte o la metalurgia), así como una buena parte de la economía (el comercio, la distribución de alimentos, las barberías, los espectáculos, las escuelas, los medios de comunicación, las tierras de cultivo, las piscinas y los lugares de recreo …). Durante aquellos meses, por primera y, quizá única vez en la historia, las que no tenían nada, salvo la dignidad, lo tuvieron todo.
Pero la revolución no fue sólo económica. A escala política, social y cultural, la autogestión se generalizó. En Barcelona, la revuelta instauró una nueva geografía social, coordinada fugazmente por la Administración Popular Urbana, un ensayo de ayuntamiento confederal autogestionado del que se sabe muy poco, una especie de consejo abierto que sólo coordinaba y administraba y no gobernaba y que se sometía a la existencia de unos comités de barriada —unas instituciones autónomas, territorializadas y más cercanas a la realidad—, donde residía verdaderamente la soberanía popular. Es cierto que el experimento duró muy poco, desde ese mes de julio hasta apenas la primavera de 1937, y que no todo fue perfecto, pero seguramente esto también respondió precisamente a que las que llevaron el pulso revolucionario eran miembros de las clases más empobrecidas y, en general, poco cualificadas de la población.
Durante ese periodo, las fuerzas republicanas de los sectores más moderados se reorganizaron y con la ayuda del estalinismo retomaron las riendas y deshicieron aquel orden revolucionario. Solo para después perder la guerra.
Así pues, a diferencia de muchas de las revoluciones contemporáneas del siglo XX, la de nuestra casa fue una revolución hecha desde abajo, prácticamente sin líderes, gracias al alto nivel de autoorganización de las clases proletarias. Ahora bien, otra reflexión importante para analizar los acontecimientos desde el presente es que aquellas prácticas no fueron fruto de la casualidad de un día.
Al contrario, fueron el resultado de una articulación comunitaria intergeneracional cocinada a fuego lento. Producida a partir del desarrollo de una alternativa a la socialización oficial, una cultura de resistencia y de apoyo mutuo implementadas a lo largo de décadas por el movimiento obrero en los barrios proletarios de la ciudad. El 19 de julio de 1936 sólo fue un epifenómeno, un hecho extraordinario que culminó un largo ciclo de protesta compuesto por multitud de pequeños gestos ordinarios.
Desde este punto de vista, la dictadura supondría un proceso disciplinario autoritario que permitió a las clases directoras la instauración de las bases del capitalismo
De hecho, el golpe de estado se podría interpretar como una respuesta al alto impulso antagonista planteado por las luchas sociales del proletariado a lo largo de las décadas de los años veinte y treinta. La Guerra Civil como un proceso de destrucción creativa para someter de manera absoluta la resistencia proletaria. Desde este punto de vista, la dictadura supondría un proceso disciplinario autoritario que permitió a las clases directoras la instauración de las bases del capitalismo y del modelo productivo del estado actual a golpe de desarrollismo. La desmemoria fue el mecanismo que legitimó el proceso.
Como sentenció George Orwell, “quien controla el pasado controla el futuro y quien controla el presente controla el pasado”. Debemos hacer lo posible para que aquí y ahora, sean nuevamente las que tienen menos, las que no tienen nada, las sin nombre, las que adopten unas prácticas emancipadoras e impulsen una transformación social verdadera y cotidiana.
Si algo consiguió el franquismo, junto a cunetas y fosas comunes repletas de antifascistas, fue crear un manto de olvido sobre ese proceso revolucionario que estalló también en julio de 1936.
“(…) la creencia de que las causas que triunfan tendrían que ser las únicas de interés para los historiadores conduce, como James Joll observó recientemente, al menosprecio de muchos aspectos del pasado que son estimables y tienen interés, y reduce nuestra visión del mundo”.
Ésta es una de las frases con la que Paul Avrich nos deleita en la introducción de su clásico libro Los anarquistas rusos, publicado en EE UU en 1967 y editado en España por Alianza en 1974. Y este ejemplo que Avrich ponía para la historia del anarquismo ruso lo puede también hacer suyo para hablar de lo que sucedió en España en julio de 1936.
En estos días de aniversario, vemos y leemos multitud de artículos al respecto. Algunos muy serios, trabajados, realizado por historiadores o investigadores que ofrecen una visión aproximativa a lo que fue aquel golpe de Estado. Otros menos afortunados, tendenciosos o justificativos de lo que fue un golpe contra la República que condujo a España a una guerra civil y a la larga noche de la dictadura.
Pero en pocos sitios se recuerda que, junto a esa resistencia del pueblo español contra un grupo de militares y las fuerzas conservadoras, se desarrolló en muchos lugares de la retaguardia republicana una profunda transformación social donde se pudo comprobar la capacidad de construcción que la clase obrera tenía.
Porque en España, aquel 18 de julio comenzó una Revolución social. Una Revolución canalizada por los anarquistas pero de la que fue partícipe la clase obrera en su conjunto.
La capacidad del obrerismo
Si hubo un protagonista en aquel proceso revolucionario, ése fue la clase obrera. Desde que en 1868 la Internacional llegó a España y se comenzaron a desarrollar las sociedades obreras, el movimiento obrero fue haciéndose con un papel protagonista en la política española.Un movimiento obrero dividido en escuelas. Siendo sintéticos (a la par que reduccionistas), se puede hablar de una escuela de pensamiento socialista, que representó el Partido Socialista Obrero Español, fundado en 1879, y la Unión General de Trabajadores fundada en 1888, y una escuela de pensamiento libertaria o anarquista que tuvo diversos proyectos en el siglo XIX y que cristalizó con fuerza en 1910 con la fundación de la Confederación Nacional del Trabajo.
Luego aparecerían otras opciones del marxismo más o menos ortodoxo, o distintas visiones de los libertarios, pero cuando el 14 de abril de 1931 se proclamó la República, ésas eran las grandes organizaciones donde se encuadraba la clase obrera española.
Ese obrerismo no solo desarrolló sociedades obreras y sindicatos que sirvieron, ya fuese desde el reformismo o desde la acción directa, para defender a la clase obrera. Se preocupó de instruir y formar a la clase obrera. Se preocupó de capacitarla, de mostrarle a través de la formación la importancia de lo que significaba ser obrero. De cómo los medios de producción y consumo estaban en sus manos pero que al mismo tiempo era enajenado por una economía opuesta a sus intereses.
Ese obrerismo formó una cultura obrera. Un modo de comportamiento, de hábitos, de simbología, etc., para contrarrestar a la sociedad burguesa y capitalista. El obrerismo revolucionario creía firmemente en la alternativa a la sociedad económica capitalista.
El obrero se instruyó en todos los sentidos: en las letras, las artes, las ciencias, etc. Se crearon bibliotecas para combatir a la taberna. Se crearon ateneos, centros culturales, escuelas para combatir el analfabetismo. La instrucción y la educación.
El movimiento obrero era consciente que tenía que acabar con el capitalismo y tenía que tener capacidad de asumir los resortes sociales. Algunos creían que eso se podía hacer conquistando las instituciones del Estado y de ahí transformar. Otros destruyendo el Estado y creando una sociedad horizontal. Aquel 18 de julio de 1936 el movimiento obrero pasó de agente de resistencia a protagonista de dirección.
…y estalló la Revolución
La sublevación militar fue frenada en la mayoría de puntos de España. El anarquismo, que era uno de los movimientos más dinámicos del país, se hizo con el control de la situación en muchos lugares.Mientras se organizaban milicias para combatir a los rebeldes en los frentes de batalla, los libertarios españoles ocuparon puestos en los centros de trabajo y en los campos. Muchos empresarios, complotados con los rebeldes contra la República, huyeron de la España republicana.
Los obreros se vieron con el control de la producción. Las fábricas tenían que producir. Los campos tenían que ser cultivados
Los obreros se vieron con el control de la producción. Las fábricas tenían que producir. Los campos tenían que ser cultivados. Y los trabajadores y sus organizaciones, tras décadas de formación, tomaron el control de la situación. En las fábricas se constituyeron comités obreros que gestionaron la producción. En el campo se desarrollaron colectividades agrarias que puso la tierra al servicio de quien la trabajaba.Aunque existieron individualistas que siguieron cultivando a su manera la tierra, estar en la colectividad se planteaba como beneficioso para la marcha de la sociedad. Producción al servicio de guerra pero también para mostrar que las cosas se podían hacer de otra forma.
En la mayoría de los casos los anarquistas fueron entusiastas seguidores de un proceso revolucionario que habían reivindicado desde sus orígenes. En otros muchos la UGT también participó de ese control obrero y de esas colectividades. En sitios se llegó a la situación, incluso, de la desaparición del dinero. Una sociedad horizontal, antiautoritaria y comunista plena.
Todo en la vida de la retaguardia se colectivizó. La CNT desarrolló una intensa propaganda a favor de la socialización de los medios de producción y consumo. Se crearon Consejos Económicos con el objetivo de hacer eficiente de la producción. Se crearon organismos como el CLUEA (Consejo Levantino Unificado de Exportación de Agrios) para poder controlar la producción.
Todas las fábricas tuvieron su comité de control o consejo obrero. Pero no sólo fue en el ámbito económico. En Cataluña, por ejemplo, se desarrolló el CENU (Consejo de la Escuela Nueva Unificada) para el desarrollo educativo. Algo que también se hizo en otros puntos de España.
El Sindicato Único de Industria de Espectáculos Públicos de la CNT se hizo con el control de los principales centros audiovisuales y creo todo un sistema de cine. Propaganda y cine ficción estuvo en manos de los trabajadores del espectáculos. El celuloide se hizo colectivo. Las salas de cine, de teatro, de ocio, estaban bajo el control obrero. También el transporte, la vivienda, etc.
Todo un esfuerzo revolucionario que fue defendido con tesón por muchos trabajadores porque veían así algo tangible por lo que luchar. Sin embargo, los anarquistas, que siempre fueron los grandes olvidados al haber sido derrotados por varios frentes, también vieron que la realidad de la guerra imponía sacrificios. Los anarquistas eran antiestatalistas y sin embargo dieron cinco ministros, alcaldes, concejales, consejeros, etc,. Los anarquistas eran antimilitaristas y sin embargo dieron cargos al Ejército Popular de la República, a los carabineros, etc. Se imponía la victoria sobre el fascismo. Y eso lo entendían a cualquier precio pero sin perder lo conquistado. Y esfuerzo y un sacrificio que bien es cierto que no todos hicieron.
Ese desarrollo revolucionario hay quien lo vio como lesivo e hizo todo lo que tuvo a su alcance para frenarlo. Fuerzas que eran igual de antifascistas que los libertarios pero que diferían en estrategias y tácticas. En ocasiones los procedimientos fueron criminales.
Lo cierto fue que esas colectividades, que ese control obrero, tuvieron exitosos resultados en muchos lugares. En otros no lo fue tanto. No hay que olvidar que se desarrollaron en un contexto de guerra. Y aunque a partir de 1937 la efervescencia revolucionaria fue en declive, lo cierto es que hasta el final de la guerra las experiencias comunistas libertarias tuvieron desarrollo en muchos puntos de la España republicana.
Ese sueño colectivo fue aniquilado cuando el 1 de abril de 1939 finalizaba la contienda militar
Ese sueño colectivo fue aniquilado cuando el 1 de abril de 1939 finalizaba la contienda militar. Y ese movimiento obrero que había sido formado con abnegación durante décadas fue cruelmente reprimido. Se buscó su aniquilamiento físico e ideológico.Y si algo consiguió el franquismo, junto a cunetas y fosas comunes repletas de antifascistas, fue crear un manto de olvido sobre ese proceso revolucionario que estalló también en julio de 1936.
Desde ese momento la historia la escribieron los vencedores. Pero, como dice Avrich, a veces hay que aprovechar algunas fisuras para mostrar que hubo un momento en el que todo fue posible.
“¿Qué forma debo usar cuando hablo con usted: femenina o masculina?”, le pregunté a Lukas Avendaño, a quien había visto en pantalones al principio del día pero que ahora llevaba una falda negra tradicional con coloridas flores bordadas.
Estábamos hablando en español, con sus sustantivos y pronombres con género. “Prefiero que solo me llames cariño”, se ríe Avendaño.
Aquí, en la región de Istmo de Tehuantepec, en el estado de Oaxaca, en el sur de México, hay tres géneros: hombres, mujeres y muxes. Esta tercera clasificación ha sido reconocida y celebrada desde la época prehispánica, y es difícil imaginar la vida sin muxes aquí.
Pero en esta región donde la mayoría de la gente habla el idioma indígena zapoteco, mi pregunta no tiene mucho sentido.
“En zapoteco, como en inglés, no hay géneros gramaticales. Solo hay una forma para todas las personas. Los muxes nunca se han visto obligados a preguntarse: ¿son más hombres o más mujeres? “, explica Avendaño.
“Somos el tercer sexo”, añade Felina, quien, a diferencia de Avendaño, decidió cambiar el nombre masculino que le puso su familia al nacer, Ángel, y solo usa este apodo. “Hay hombres y mujeres y hay algo en medio. Y eso es lo que soy”.
Estuve en la Vela de las Intrépidas (Vigilia de las Intrépidas), la celebración anual que llevan a cabo los muxes cada noviembre en Juchitán de Zaragoza, una pequeña ciudad en el Istmo de Tehuantepec.
Distintos estilos
Al observar a los diferentes muxes, no encontré mucho en común entre sus estilos. Había muxes que, como las tehuanas locales (mujeres del Istmo de Tehuantepec), vestían los mismos trajes ricamente bordados que inspiraron el estilo único de Frida Kahlo.
Otros parecían preferir los vestidos de estilo occidental o la ropa de drag queen. Y había algunas prendas de vestir para hombres, mostrando su estado con solo un simple maquillaje y esmalte de uñas.
“Es difícil describir quién es un muxe. Básicamente, podemos decir que un muxe es cualquier persona que nació hombre pero que no actúa de manera masculina“, dice Avendaño.
“Lo que sabemos, ‘bajo el punto de vista occidental’, es que ‘travesti de hombre a mujer’, ‘transexual de hombre a mujer’, ‘gay afeminado’ o ‘gay masculino’ parece estar incluido en la categoría de ‘muxe’ siempre que haya un fuerte componente de identidad étnica“, escribe el antropólogo Pablo Céspedes Vargas en su artículo “Muxes en el trabajo: entre la pertenencia de la comunidad y la heteronormatividad”.
Avendaño también enfatiza que “muxe” es un término zapoteco y no se puede entender sin saber más sobre su cultura.
Esto es así porque el concepto de muxe solo existe aquí, en el Istmo de Tehuantepec, donde estas personas son una parte importante de la comunidad. Algunos dicen que se cayeron del bolsillo de Vicente Ferrer, el santo patrón de Juchitán, al pasar por la ciudad, lo que, según los lugareños, significa que nacieron con una estrella de la suerte.
Una segunda versión de la leyenda del santo dice que Vicente Ferrer llevaba tres bolsas: una con semillas femeninas, una con semillas masculinas y otra donde las dos estaban mezcladas. De acuerdo con esta historia, la tercera bolsa se filtró en Juchitán, y esa es la razón por la que hay tantos muxes aquí.
Pero Fernando Noé Díaz, afirma, un maestro de escuela primaria que tiene muchos amigos muxe, no está de acuerdo con esto. “No es cierto que haya más aquí. Simplemente son más respetados, para que puedan ser más visibles”, afirma.
Un muxe llamado Kika nos había invitado a la vela de esta noche. Allí, cada habitación tenía una sección con mesas y decoraciones donde se servían alimentos y bebidas a sus huéspedes.
“Supongo que los muxes son muy respetados porque son más un género social que sexual. Tienen un papel importante en la comunidad”, añade Noé Díaz.
Su papel en la comunidad
Juchitán es famoso en todo México por sus mujeres fuertes y orgullosas. Algunos incluso lo llaman matriarcado, lo cual no es necesariamente correcto, pero las mujeres tradicionalmente manejan el dinero que los hombres traen a casa.
Los locales bromean diciendo que los hombres aquí tienen penes dulces o salados, lo que significa que son agricultores o pescadores. Las mujeres, por otro lado, deben vender lo que los hombres producen, y el mercado constituye sus dominios.
Esta noche, como es tradición en la vela, las mujeres tradicionalmente donan dinero como regalo, mientras que los hombres llevan cajas de cerveza.
“Cuando el hombre está en el mar o en el campo y la mujer está en el mercado, no hay nadie para cuidar de la casa y la familia. Ahí es donde entra el muxe”, explicó Noé Díaz.
“Algunos incluso dicen que es una bendición para una madre tener un hijo muxe que la ayudará en la casa y cuidará a los hermanos pequeños. Además, a los muxes no se les permite socialmente tener relaciones a largo plazo o casarse para que puedan quedarse con sus madres cuando envejezcan“.
En la vela, las madres son las que sirven comida en cada mesa. La madre de Kika comprueba que nadie tiene hambre, y los miembros más jóvenes de la familia me dan una nueva cerveza cuando la mía comienza a vaciarse.
Pero Kika no quería dedicarse al trabajo doméstico, uno de los roles tradicionales de muxe, junto con las artesanías y las ventas en el mercado. Ella es propietaria de un salón de belleza en el centro de la ciudad. Lo mismo ocurre con Felina, que dirige un grupo de muxes, las Auténticas Intrépidas Buscadoras del Peligro, que son los organizadores de la vela de esta noche.
Según Noé Díaz, muchos muxes trabajan en la preparación de las fiestas tradicionales que suponen una gran parte de la economía local. Confeccionan disfraces y adornos para velas, bautizos, comuniones, fiesta de 15 años y bodas.
Noé Díaz también conoce muxes que se dedican a fabricar artesanías para vender en los mercados. Otro de sus amigos muxe es un maestro de escuela primaria.
Avendaño es un actor y director que viaja por el mundo con su espectáculo sobre lo que significa ser un muxe y que se titula Réquiem para un Alcaraván.
El show pone mucho énfasis en la parte católica de la identidad del muxe.
“Los muxes siempre han tenido un papel importante en la Iglesia católica local. Su trabajo era preparar las decoraciones de la iglesia. En Tehuantepec, la ciudad de donde provengo, los muxes tienen su propia hermandad dentro de la Iglesia”, dice Avendaño al explicar cómo la Iglesia católica acomodó sabiamente la tradición de los tres géneros que está profundamente arraigada en la cultura local.
La celebración de hoy comenzó con una santa misa en honor a los muxes en la iglesia local del patrón Vicente Ferrer.
Después de la misa, comenzó la tradicional procesión por las calles del pueblo. La multitud colorida fue liderada por una banda y muxes portando velas.
Detrás de ellos, más muxes seguían la caravana en autos y camiones decorados con flores, globos y decoraciones de papel. Pero lo más destacado del día fue la fiesta que tuvo lugar por la noche fuera de la ciudad.
Pude ver a muchas personas: mujeres, hombres y niños. Todos llevaban ropa regional: mujeres en enaguas y blusas bordadas, llamadas huipiles; hombres en guayaberas blancas.
Todos fueron recibidos en el escenario por un muxe que desempeña el papel de lo que se conoce como el “mayordomo”, el organizador principal de la vela, que estuvo acompañado por su compañero, que es un mayate.
Los mayates son hombres que tienen relaciones sexuales con muxes, pero no son muxes y no son considerados homosexuales.
“Una diferencia importante con la visión cultural sobre el sexo de Occidente es que para los zapotecas, solo las relaciones sexuales entre un macho muxe y un heterosexual tienen significado. Las relaciones entre muxes o entre un hombre muxe y un hombre gay no tienen sentido, de hecho son inconcebibles. Ningún muxe dormiría con un hombre que se considera gay“, escribe Marinella Miano Borruso en un artículo titulado “Entre lo local y lo global: los muxe en el siglo XXI”.
“La sociedad zapoteca en su conjunto no concibe a un hombre que tiene relaciones con un muxe como un homosexual, su estatus de hetero no se cuestiona”.
Según Miano Borruso, históricamente, los muxes no tenían por qué ser homosexuales. Hubo casos en los que eran heterosexuales, bisexuales o asexuales.
“Tradicionalmente, ser muxe no dependía de la orientación sexual. Es un género cultural, una función social y una identidad, pero no una característica del deseo sexual de alguien”, explica en su libro “Hombre, mujer y muxe en el Istmo de Tehuantepec”.
No obstante, todos los muxes con los que hablé en la vela se consideraban homosexuales o una mujer nacida en un cuerpo masculino. Algunos se transforman con terapias de hormonas e implantes.
Durante el concurso anual de la Reina de los Muxes, que formó parte de la vela, noté que muchos de ellos tenían senos artificiales. “Eso es algo nuevo. Los pechos falsos no hacen a un muxe más muxe “, comentó Noé Díaz.
Los muxes también han estado involucrados en la lucha por los derechos LGBT. Amaranta Gómez Regalado, un muxe de Juchitán, fue candidato local en las elecciones para el Congreso mexicano.
A pesar de que no obtuvo suficientes votos, se hizo famosa como la primera candidata transexual de México. Sigue involucrada en política, especialmente en campañas contra la homofobia y para la prevención del SIDA.
“En lugar de dedicar nuestras vidas al bordado, la artesanía o las ventas callejeras, cada vez más recibimos una educación superior”, dijo Felina. “Si las hijas de San Vicente no luchamos por nuestros derechos, ¿quién lo hará?”.
Aún así, los mexicanos siguen teniendo sentimientos encontrados hacia los homosexuales en general. Por un lado, Ciudad de México fue la primera capital latinoamericana en legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo.
Sin embargo, el país también sufre una de las tasas más altas de delitos contra la comunidad LGBT en el mundo, con 202 personas asesinadas por homofobia entre enero de 2014 y diciembre de 2016, lo que equivale a uno cada tres o cuatro días.
Para la comunidad gay mexicana e internacional, Juchitán se ha convertido en un paraíso extraño y un símbolo de tolerancia.
A pesar de que algunos lugareños siguen discriminando a los muxes, y la comunidad muxe en general tiene menos oportunidades de estudiar y conseguir un empleo, la división indígena tradicional de tres géneros como una forma de ser natural y tradicional ha inspirado a los colectivos LGBT en todo el mundo.
Los muxes son cada vez más conscientes de esto.
“Dedicamos esta noche no solo a muxes”, escucho desde el escenario. “También es tu noche. Para todos los homosexuales, no solo para los del estado de Oaxaca, sino para todos los homosexuales del mundo. Juchitán está abierto para todos ustedes”.
Los conocen como apaches y no sólo residen en Estados Unidos. Tienen hogares y comunidades en Chihuahua, Sonora, norte de Durango, Nuevo León y Tamaulipas. Están vivos, aquí y ahora, en pleno siglo XXI, pero, oficialmente, en la República Mexicana no existen. Desde 2017 este pueblo busca que el Estado mexicano reconozca su existencia
Texto: Lydiette Carrión
Fotos: Cortesía Juan Luis Longoria
La palabra apache quiere decir enemigo. Como muchas otras etnias en lo que hoy conocemos como México, los españoles mostraron predilección por nombres que denostaran a los pueblos que se resistieron.
En realidad este pueblo, esta nación, tiene otro nombre, o mejor dicho, tres, cada una de sus tres variantes dialectales: N’dee, N’nee, y Ndé. Así lo explica Juan Luis Longoria, un joven N’dee/N’nee/Ndé que nació y creció en Ciudad Juárez. Aunque, en México, oficialmente no existen los apaches.
Longoria, quien también es historiador y académico ha sido uno de los principales impulsores por que se reconozca a su pueblo en territorio mexicano.
Una historia de exterminio
Imagine que vive a finales del siglo XVII, y es usted un miembro de lo que los españoles y criollos llaman apaches. Todavía no existe México, sino la Nueva España. Y los hombres que buscan oro cada vez se asientan más al norte. Son las tierras superlativas de lo que hoy es Nuevo México, Arizona, Coahuila, Chihuahua, Sonora. Y ahí hay un pueblo, o mejor dicho, muchos pueblos que forman una nación plural. Es una cultura ágil y seminómada, que habita las tierras del norte en verano, y las del sur en invierno. Cada familia o gondá tiene un territorio que es como el cordón umbilical que lo ata a la tierra. Su montaña sagrada, su meseta ancestral. Pero su hogar abarca miles de kilómetros. Verano en las montañas de lo que hoy conocemos como Nuevo México. Invierno en las montañas azules de lo que llamamos Sonora.
Imagine que es uno de estos hombres y mujeres y niños, que viven de la recolección y la caza, y un poco de agricultura, muy moderada, y cuidada, porque creen sobre todo en no intervenir en los ritmos de la tierra. De ahí el andar y regresar: tomar el fruto, cazar el venado, y luego dejar que esa tierra florezca de nuevo.
Pero imagine que esa forma de vida no es compatible con los grandes asentamientos de gente. Con el ganado que devora hectáreas de pastizal, ni con la búsqueda del oro, es metal que sólo pertenece a Ussen, dador de vida. No lo es porque la sobrevivencia de la tribu depende del equilibrio: de que los venados no desaparezcan, de que los árboles florezcan el próximo año. Y ese equilibrio se ha interrumpido.
Imagine entonces que las rencillas entre grupos y etnias es agudizada e instigada. Y de pronto ya no es usted bienvenido en las tierras por las que solía pasar. Su nombre ahora es el de bárbaro, delincuente… hasta que para sobrevivir tiene que convertirse en uno: robar un ganado, robar caballos, defender sus cerros.
Imagine que es tal el odio que para 1835 el nuevo Estado, la República Mexicana, lo detesta. Tanto que el soberano estado de Sonora decide expedir recompensas por su vida: 100 pesos mexicanos por cada cabellera de guerrero apache asesinado. Dos años después, Chihuahua no se queda atrás y ofrece los 100 pesos por cada hombre guerrero, 50 por cada mujer y 25 por cada niño. Niños, mujeres y hombres asesinados y desollados.
Imagine que los primeros estadunidenses que empiezan a poblar esa tierra se enteran de las recompensas, y se suman a la cacería. Pero son más hábiles, más taimados: observan el odio entre mexicanos y apaches. Y lo explotan.
Luego viene la guerra por el territorio entre ambos países: Estados Unidos y México. Y entre los acuerdos que finalmente firman está que Estados Unidos se comprometerá a no permitir que usted, apache, nunca más “baje” a territorio mexicano. Pero, un momento, ¿México perdió su territorio? ¿Cuándo lo fue en primer lugar? ¿No era esta la montaña azul de los mangas coloradas? ¿No era aquella la tierra sagrada de los mezcaleros?
¿Por qué hay una frontera que parte por la mitad el hogar móvil de los pueblos n’ne, n’de, né?
Imagine que aún así, Chihuahua nunca derogó o abrogó la ley que ofrece recompensa por cabelleras y cueros cabelludos. Esa ley que pretende e de apache; pero la leyenda que prevalece es que es su pueblo el que corta cueros cabelludos.
Hasta la fecha no está claro si esa ley, porque se elevó a rango de ley, ya está derogada, explica Longoria.
–¿Por qué tanto odio?
–Es que no podían con nosotros.
Luego el exterminio estadunidense, la rebeldía de Naná, de nanche, el legendario Gerónimo, Victorio, Lozen, la guerrera mujer medicina. La rendición sin salida en 1886, acaecida en Sonora, por cierto, no en Arizona. Porque los apaches nunca dejaron de “bajar”. Y el despojo, la cárcel en Florida. Y mucha muerte.
No queremos desaparecer
Esta reportera envía un mensaje de texto a una servidora pública del área de comunicación social del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas: Estoy buscando información sobre los apaches.
–Ellos habitan en Estados Unidos–, es la respuesta.
–Entiendo que hay un grupo que se encuentra aquí. Pueden ser enlistados como chiricahuas, como N’dee, N’nee, y Ndé…
Tres días después, no hay respuesta.
Durante todo el siglo XX, “claro que había de los nuestros en Sonora, Chihuahua, Durango, hasta el norte de Zacatecas. Pero se mexicanizaron”, explica Longoria. El último hablante fluido de la lengua en México murió el año pasado en Coahuila. Longoria ha debido aprenderla, estudiarla, con sus hermanos de Arizona, de Nuevo México. Pero los jóvenes están aprendiendo, buscando lazos con sus pares en Estados Unidos. Y es así como han ido reconstruyendo la historia que quedó borrada después de Gerónimo.
Camuflados
La antropología mexicana ha mirado poco a los grupos conocidos como apaches. En 2016, el antropólogo José Medina González Dávila, public: ¿Qué significa ser apache en el siglo XXI? Continuidad y cambio de los lipanes en Texas. Ahí narra cómo los apaches lipanes (localizados originalmente en Texas, Nuevo México, y el norte de México) debieron “camuflarse” para sobrevivir. Es decir, que la gente no supiera que eran apaches.
En una conversación vía correo electrónico respecto a otro tema (el lobo gris mexicano) en junio de 2019, Medina González explicó:
“Los procesos de exterminio comienzan con la discriminación (separación), después con la mala concepción, con la argumentación tendenciosa y finalmente con la caracterización. A los Apache al igual que al lobo se les consideró como «depredadores», sin entender que tienen un papel y función intrínseca en el entorno. Ambos pertenecen a esta tierra mexicana, pero en vez de entender y salvaguardarlos se prefirió exterminar. Siempre es más fácil matar y aniquilar que comprender y respetar, por trágico y absurdo que parezca el planteamiento.
Longoria narra algo similar, pero desde la palabra ndé, desde el yo, desde adentro. No desde afuera: ¿Quién iba a decir que hablaba ndé si había una recompensa por cada apache asesinado?, cuestiona. Fue así que la lengua se perdió mucho. No así la identidad.
Por ejemplo, en 1936, las reservaciones indígenas en Estados Unidos fueron convertidas en “naciones” por ley. Esto no fue precisamente por un reconocimiento a los derechos de los pueblos originarios, sino porque acababa de pasar la gran depresión de 1929 y convertirlos en naciones resultaba más barato para el gobierno estadunidense, explica Longoria.
Entonces, unos años después miembros de la nación mescalera en Estados Unidos fueron a Ciudad Juárez a buscar a los Ndé de este lado. “¿Por qué? Pues porque saben que acá habemos otros Ndé. “Encontraron a gente pero ésta no se quiso ir para allá, porque en ese momento, en las reservaciones se vivía peor que acá”.
Y siguió pasando el tiempo. En los años noventa del siglo pasado, de nuevo fueron a buscar descendientes. Longoria se ríe: para entonces, con sus casinos, la gente en las reservaciones ya vivía mejor que los ndé de México. Pero acá ya había nietos, bisnietos y raíces. Tampoco se quisieron ir para allá. Sin embargo, la semillita de la identidad seguía latente.
Una reunión que borra fronteras
Para 2017 y “después de esfuerzos individuales , decidimos reunirnos de forma binacional, pero de este lado, en Coahuila, Arteaga. Y en el 2019, nosotros nos reorganizamos, como la nación Nde nne y Ndé en México.
Además de reconocerse, recuperarse, reestablecer el tejido familias y el linaje rasgado, exigen que el Estado mexicano reconozca que existe el pueblo N’dee, N’nee, y Ndé.
* La historia del siglo XVIII y XIX fue reconstruida a partir de “En los días de Victorio” (Eve Ball), y “Geronimo, The Man, His Time, His Place” by Angie Debo, University of Oklahoma Press.
Lydiette Carrión Soy periodista. Si no lo fuera,me gustaría recorrer bosques reales e imaginarios. Me interesan las historias que cambian a quien las vive y a quien las lee. Autora de “La fosa de agua” (debate 2018).
Introduce: Pablo Rodríguez “Pampa” (Periodista de El Salto y miembro de la Red Solidaria de Acogida)
Desde la aprobación en España de la primera Ley de Extranjería a la actualidad, ha habido numerosas regulaciones que han tenido como objetivo recortar derechos y poner a disposición del mercado laboral mano de obra barata. A las numerosas leyes y regulaciones de extranjería y al violento endurecimiento del control de fronteras se han sumado mecanismos como los Centros de Internamiento para Extranjeros o las redadas racistas que han avalado gobiernos de uno y otro signo político.
Durante todo ese tiempo diferentes oleadas de movimientos migrantes han levantado luchas que han marcado hitos en la historia de nuestro país que han obligado a afrontar cuestiones como la regularización de las personas “sin papeles”, las redadas racistas o la explotación laboral en el campo. A lo largo de esta sesión haremos una panorámica de los avances, los retrocesos y las luchas por los derechos migrantes en nuestro país y los sistemas legislativos e institucionales que las han acompañado.